lunes, 1 de julio de 2019

El aburrimiento 3ª parte



Iban pasando los días y me negué a seguir leyendo, no supe entender que al cabo de tantos años se guarden secretos y no trascienda nada, tenía tantas dudas que aparque el asunto.
Me fui de vacaciones con las amigas a la Playa de Orellana La vieja Badajoz (Extremadura) solo quería olvidar, me equivoqué, por mucha belleza que el embalse y su entorno tuviera un gran atractivo no pensaba en otra cosa que en contenido del dichoso armario.
Deje las vacaciones y volví a casa. Ese día paseé hasta bien entrada la noche, en el camino me cruzaron unos gatos negros que huyendo de unos perros corrían calle abajo. Al llegar al bar de la señora Engracia se encontraba barriendo y recogiendo las mesas, entré a saludar; buenas noches “seña” Engracias, -Buenas noches Adelina, ¿qué haces tan tarde en la calle? He salido a dar una vuelta  ya voy de recogida. -Siéntate ahí y  nos tomamos una copitas, ¡Hace calor pero no importa!
Sentadas y saboreando los buenos momentos. Dieron las tres de la madrugada y seguíamos sentadas tomando anís, pensaba si la a ver “tía” Engracia se entona y me cuenta algo; pero no, ella estaba acostumbrada a beber y la que casi no veía era yo. Antes de marcharme le preguto, “tía” Engracia ¿Ud. Conocía a mis padres desde hace mucho tiempo? –Sí hija sí, cuando vine  con mí Manolo al pueblo ellos estaban aquí y lo que más me extrañaba de ellos era que tu madre no quería dar a luz aquí, siempre comentaba que en la ciudad había mejores médicos, ¡pero no ella sola! otras vecinas lo hacían y al volver traían en sus brazos unos niños hermosos qué luego  cuidaban con gran mimo, así estáis todos muy bien criados. -Y, con la suerte que nunca os faltó que comer.
Me despedí con una nueva duda. A la mañana siguiente subiría al desván.
Buenas tardes amigos.

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