martes, 30 de julio de 2019

El aburrimiento 18ª parte




Supuse que la mano que gateó del pozo era la causante de todo.
Estuve varios días sin subir al desván pero mi mente se negaba a dejarlo en el olvido.
Por la tarde llegó Maruja había quedado con las comadres para ir al baile, no tenía ánimos para nada estaba ausente sin concentrarme en el presente, al rato aparecieron Evaristo y Samuel, fue una gran sorpresa, al verlo mi cara sonreía recordando los buenos ratos pasados en el campo. Éramos mujeres libres pero atadas a una sociedad de engaño que no dejaba moverse a las mujeres, siempre había que estar pendiente de; el qué dirán. Maruja era muy lista e intentaba disimular delante de todos; ¡y delante del cura, ni te cuento! Le hacia la pelota como nadie pero detrás hacia lo que su cuerpo le mandaba, para el cura era una santa. Yo, admiraba su valentía y la envidiaba por saber estar en cada momento donde ella quería sin que nada trascendiera a los demás.
Al llegar la noche se le ocurrió ir a pasear al cementerio, yo no podía con esto, Maruja se acercó y dijo, -¿Tú crees que alguien se le va a ocurrir buscarnos en este sitio? -En los pueblos es el mejor escondite, ¡aquí, aquí no te busca nadie!, con el poco daño que hacen los muertos que miedo se les tiene.
La noche fue como tantas otras.
Buenas tardes amigos.

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