El sol campea por lo alto de la sierra
de San Pedro los montes quietos que en la lejanía parecen tener vida y
movimientos oscilan, se acercan, los espero y tardan en llegar. El desayuno
lo tomé frío la preocupación del armario no me dejaba, al terminar subí él
estaba esperando que pusiera las manos en dichos papeles; cosa qué temía, había
que seguir y, sin ilusión empecé a desenvolver los pliegos, salieron las monedas
y las puse al lado de unas fotos que se encontraban encima de un cajón, me
llamaron la atención los personaje, los cogí para verlos, mira por dónde uno de
la foto era el marido de Marta, y en la foto estamos los dos cuando éramos
novios, sentí tristeza al comprobar que esa criatura que ayer tuve en mis
brazos podría haber sido mi hijo, lo apreté entre mi pecho, lloré largo tiempo
sabía que eso era el pasado, muchas veces he deseado la muerte de Marta para
recuperarlo pero la vida no es lo que quieres.
Seguí con las cartas, en una de las
hojas estaban dibujaba las monedas con nombres propios; la grande le llamaba la
seca, esta tenía el poder de la persona que la acariciaba no tendría
descendencia. Esto me dio que pensar e iba hilvanando las consecuencias que
tuvieron para la familias.
En ese momento llamaron a la puerta
guardé las cartas y bajé, allí se encontraba Maruja y con espaviento dijo;
vamos que Consuelo nos ha invitado a tomar café.
Buenas tardes amigos.
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