lunes, 8 de julio de 2019

El aburrimiento 8ª parte



Al levantarme prometí que de hoy no pasaba terminar las cartas, al terminar el desayuno subí al desván con esa intención, saqué los papeles y seguí con lo de ayer; las numeré para no repetir las anteriores, al coger la hoja siguiente en ella se encontraba dibujada la moneda de oro más pequeña. Está en el anverso se veía un águila con una rosa en el pico y en el reverso letras ilegibles. En la nota al margen el enunciado decía. Esta moneda solo la pueden tocar personas puras y de buen corazón, de lo contrario al tocarlas se volverán como animales salvajes.
La siguiente hoja contenía manchas oscuras y las advertencias de todo escrito darán cuenta co el paso de los años.
De esto me vino a la mente la desaparición del “tío” Arcadio, este salió una noche y no ha vuelto.
Y la de “tío” Jerónimo hermano de papá, qué después de sacar agua del pozo durante toda su vida bajó a fondo sin apenas esfuerzos.
En ese momento llamaron a la puerta bajé y abrir no había nadie, la calle estaba desierta, cerré y me refugié detrás de las cortina del salón, volvieron a llamar, esta vez no abrí, insistió  asustada miraba la calle a ver si pasaba alguien la calle estaba desierta, cerré los cerrojos y me fui a la cama, allí pase todo el día y al llegar la noche baje a cenar y vilví a la cama.
A las tres de la madrugada los golpes en la puerta sonaron insistentemente, no supe qué hacer, salir, ignorar o dejar que pasaran las horas. Los golpes insistían y en ese momento se oyó el chirriar de la puerta el desván, unos pasos aceleraban camino de la puerta, me refugié detrás de las cortinas del comedor aguardando ver los personajes. Al abrirse la puerta solo una sombra qué proyectada en el suelo entraba y al estar cerca de la otra sombra, ¡Qué era lo único que veía!, hablaron de las cartas de colores, diciendo, hay que encontrarlas antes que ella, -busca detrás del espejo, ese qué está colgado en el comedor y si no están, encuentra el baúl verde, es posible que estén allí,
Cerraron la puerta, después de marcharse estaba hecho un manojo de nervios, me senté en el suelo, allí dormí hasta la mañana siguiente, sonaron voces y golpes en la puerta.
Al abrir me encontré con Maruja, fue un alivio poder comunicarte con alguien.
¿Vamos, no te acuerdas que hemos quedado con Consuelo, nos vamos de pesca?
Buenas tardes amigos.

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