Al levantarme prometí que de hoy no
pasaba terminar las cartas, al terminar el desayuno subí al desván con esa
intención, saqué los papeles y seguí con lo de ayer; las numeré para no repetir
las anteriores, al coger la hoja siguiente en ella se encontraba dibujada la
moneda de oro más pequeña. Está en el anverso se veía un águila con una rosa en
el pico y en el reverso letras ilegibles. En la nota al margen el enunciado
decía. Esta moneda solo la pueden tocar personas puras y de buen corazón, de lo
contrario al tocarlas se volverán como animales salvajes.
La siguiente hoja contenía manchas
oscuras y las advertencias de todo escrito darán cuenta co el paso de los años.
De esto me vino a la mente la
desaparición del “tío” Arcadio, este salió una noche y no ha vuelto.
Y la de “tío” Jerónimo hermano de papá, qué después de sacar agua del pozo durante toda su vida bajó a fondo sin apenas
esfuerzos.
En ese momento llamaron a la puerta
bajé y abrir no había nadie, la calle estaba desierta, cerré y me refugié
detrás de las cortina del salón, volvieron a llamar, esta vez no abrí,
insistió asustada miraba la calle a ver
si pasaba alguien la calle estaba desierta, cerré los cerrojos y me fui a la
cama, allí pase todo el día y al llegar la noche baje a cenar y vilví a la cama.
A las tres de la madrugada los golpes
en la puerta sonaron insistentemente, no supe qué hacer, salir, ignorar o dejar
que pasaran las horas. Los golpes insistían y en ese momento se oyó el chirriar
de la puerta el desván, unos pasos aceleraban camino de la puerta, me refugié
detrás de las cortinas del comedor aguardando ver los personajes. Al abrirse la
puerta solo una sombra qué proyectada en el suelo entraba y al estar cerca de la
otra sombra, ¡Qué era lo único que veía!, hablaron de las cartas de colores,
diciendo, hay que encontrarlas antes que ella, -busca detrás del espejo, ese qué
está colgado en el comedor y si no están, encuentra el baúl verde, es posible que
estén allí,
Cerraron la puerta, después de marcharse
estaba hecho un manojo de nervios, me senté en el suelo, allí dormí hasta la
mañana siguiente, sonaron voces y golpes en la puerta.
Al abrir me encontré con Maruja, fue un
alivio poder comunicarte con alguien.
¿Vamos, no te acuerdas que hemos quedado
con Consuelo, nos vamos de pesca?
Buenas tardes amigos.
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