La tarde fue provechosa la compañía
de Maruja te hace olvidar.
Llegamos a casa tío Hisado, él era
uno de los bares del pueblo donde nos encontramos las comadres, al llegar;
ellas estaban tomando café, nos sentamos y al llegar el camarero Maruja dijo;
para mí me traes un cubalibre, todas asombradas; un cubalibre, sí, ¡por qué no!
-Hoy quiero salir de la rutina del café. Terminamos metidas en el abrevadero en
las afueras del pueblo, ¡qué bien lo pasamos!
Los días iban pasando y no dejaba de
dar vueltas al todo lo que acontecía en el desván esa tarde subí; con miedo, a inspeccionar
las piezas de barro que cayeron de la bolsa del busto, puestas en la encimera
cerca de la ventana observo que las figuras me recuerdan a algo visto en las
cartas, fui a por ellas y las coloqué, según numeración seguidas de los trozos
de barro, comprobando que ellas también estaban numeradas, procedí a la
colocación y comprobé que en la parte final de las hojas del primer folio aparecía una figura igual.
Coloqué las figuras según numeración encima de las hojas, al encajar con el
dibujo se iba introduciendo dentro de esta, al terminar de colocar la última se
iluminaron a la vez y su luz encendió el busto que por sí solo dio la vuelta
mirando donde me encontraba.
Sin pensar quité una de las piezas y
la luz se apagó.
Cerré el cuarto el día se iba
apagando dejando tantas piezas del puzle
sin terminar.
Buenas tardes amigos.
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