miércoles, 3 de julio de 2019

El aburrimiento 5ª parte



Después de la movida de ayer las aguas han vuelto a su cauce, nadie se acuerda de los huidos; al contrario; todos nos alegramos de su marcha.
El día ha amanecido gris oscuro las nubes campean la ciudad poniendo un parasol agradable para el peatón. He terminado el desayuno y seguido iré a repasar los papeles, al subir he tenido mis dudas si sería bueno indagar en ello, pero mi deber era averiguar la verdad. Saqué las cartas y repasé las ya leídas, cogí la siguiente y al abrirla se cayó algo al suelo, busqué entre los muebles y debajo de un espejo vi algo que brillaba, ya en mi mano contemplo una moneda que a simple vista era de oro, moneda del tamaño de dos € actuales, la contemplé largo rato y seguí con el sobre, abriendo este en su interior se encontraban otras dos, una de mayor tamaño también de oro, la otra era de plata un poco más pequeña, esta oscurecida.
En el anverso la cara de un animal con cuerpo de hombre y ramujo pequeños alrededor de la moneda, en el reverso unos números en letras romanas, seguí sacando los papeles y en ese momento se escuchan unos gritos en la calle, al asomarme a la ventana unos chicos del barrio corrían alrededor de un niño que tendido en el suelo se encontraba inmóvil. Bajé lo más rápido que pude a socorrer al chico, al mirarlo le conocí, que era el hijo de Marta; una amiga que hacía muchos años dejamos de hablarnos. Cogí a Alejandro en mis brazos para llevarlo al médico pero antes de llegar aparecía Marta y, a tirones sin decir palabras me quitó al chico, me quedé quieta y comprendí que ese no era mi lugar.
Sentada en el brocal de la fuente estuve esperando, lo pensé mejor y camine dando vueltas hasta llegar a fuente fría en medio del campo allí no encontraría a nadie que le molestase mi presencia.
Buenas tardes amigos.

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