Me
levanté temprano hacía calor la noche estuvo turbada por el calor y los
información de Engracia. Desayuné y sin pensarlo subí al desván, abrí las
puertas de la ventana y me asomé a ver la calle, desde allí arriba la
contemplación de los campos te hace olvidar y eso que en Extremadura el calor
arrasa todo dejando el manto amarillo y con los desniveles de las montañas desnudos, aún así son los más bellos.
En
ese momento oigo que me llama María; una amiga, Adelina baja que tengo algo que
contarte.
-¿Qué
pasa con esas prisas? Mira Adelina, Maruja me termina de decir que el marido de
Consuelo anoche se marchó con su cuñada Fermina y la policía, va en su busca al
parecer se ha llevado las joyas y el dinero. -Lo que la faltaba a la pobre
Consuelo con lo mal que lo está pasando con su enfermedad. Así es, por eso
hemos decidido ir a ver en qué podemos
ayudar. –No sé, quizás lo único que hacemos es estorbar. De todas formas vamos.
Al
llegar a la calle todas las comadres estaban hablando a la vez
-Mira Maruja voy para dentro y luego entras tú. Vi a Consuelo sentada en los
peldaños de la escalera llorando a lágrima viva, la abracé y al consolarla ella
se echó a reír, -dijo bajito, Esto es una comedia me he liberado de las
personas que poniendo toda la ilusión nunca supón dar nada más que disgusto.
Si
volvieran les hecho a patadas, cosa que debí de hacer hace años. Los he cogido muchas
veces en mí cama y ella se reía de mí diciendo que era una sosa. Él se dará cuenta
que Fermina solo quiere dinero ¡Pero de eso hay poco!, luego lo dejará lo dejará
tirado, pero no le está mal; con eso aprende. Adelina salió y dijo, -Amigas aquí
estamos demás Consuelo necesita estar sola, todo el mundo a sus casa.
Buenas
tardes amigos.
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