jueves, 25 de julio de 2019

El aburrimiento 15ª parte



En el desván siempre se fueron a arrinconando las cosas que; para la abuela, le traían malos recuerdos. El busto lo escondió en el rincón más oscuro y escondido en cima de una mesa donde el abuelo hacía la matanza, en ella los cochinos gritaban desesperado esperando su muerte y, un mal día al matar al cerdo se le escapó en cuchillo y le pinchó a la abuela en la pierna, desde entonces su cojera cada día fue a más, esa mesa se subió al desván y desde entonces no ha vuelto a ver la luz. Los años van pasando y en esa parte de la casa quedan recuerdos Buenos y malos y las generaciones venideras sabrán que hacen con ellos.
Ayer tarde subí al desván para repasar las cartas, me encontré con todo revuelto y el busto del “´tío” Jacinto en medio de la habitación, estaba en el suelo apoyado en una mano de barro, me extrañó este sitio no era el habitual lo levanté y lo llevé a la mesa, al coger el busto se desprendió algo de la oreja, algo que al caer al suelo sonó fuerte, solté en la mesa el busto y cogí del suelo dicho objeto era algo poco común parecía una bolsa de cuero con piedras dentro, al abrirla salieron unos murciélagos volando y trozos de barro, en mi mano quedó la bolsa, al abrirla para mirar dentro esta se desplegó y en ella se encontraba una mano con tres dedos, le faltaba el meñique e índice, la doblé y fui a coger la mano donde estaba apoyado el busto, busqué por todas partes y no fui capaz de encontrarla. Estaba asustada, cerré la puerta y al bajar por la escalera unos golpes en la puerta del desván me hicieron temblar, no sabía si subir o salir corriendo.
Bajé a la cocina a tomarme una tila, volvieron a sonar los golpes, puse atención y escucho a Maruja dándome voces.
¿Vamos, qué haces sin arreglar?, -no habíamos que dado a esta hora para ir a dar una vuelta.
Buenas tarde amigos.

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