Bajé al encuentro con Maruja me
extraño la ropa. Llevaba un pantalón
verde aceituna, camisa blanca y zapatos de tacón del color negro haciendo juego
con el bolso. Me vestí en acorde de ella, caminamos hasta la casa de Consuelo
al llegar estaba preparada y cogimos el coche y salimos a la carretera que
rodea el pueblo, a la altura del merendero que se encuentra a las afueras del
pueblo, Nos estaban esperado; Consuelo había hecho la reserva de la comida, el menú
cochinillo a la brasa, ensalada y variación de dulces
Después de comer Consuelo; con unas
copas demás; nos dijo, chicas se acabaron las penas, os voy a contar algo que
pasó hace mucho tiempo. ¿Os acordáis del “tío” Juanelo? Sí hombre, ese que
vivía en la choza que se encontraba en el alto de la montaña, él pobre era
corto de entendederas, pero las manos las tenía muy largas. Un día que iba con
mi madre a por agua. Él salió a saludarnos, entramos y Juanelo cerró la puerta,
miré a mamá y me puse a su lado, Juanelo empezó quitarse los pantalones, mamá
cogió la badila y le decía, ¿Juanelo abra la puerta? No hizo caso y al
acercarse a mamá le atizó con la badila haciéndole una brecha en la cabeza que
cayó al suelo sin vida.
Mirábamos con asombro a Consuelo acordándonos
de la desaparición de Juanelo. El chozo desapareció una noche envuelto en llamas
y todo el pueblo le dimos por muerto a consecuencia del fuego.
Consuelo reía y disfrutaba contando el
suceso, remató diciendo ¡Él se lo buscó! nosotras íbamos en son de paz.
Buenas tardes amigos.
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