Después de las maravillosas
vacaciones en el campo con Maruja y los galanes que llevó volvimos a la rutina
diaria, Maruja contando a las comadres parte de las vivencias en el campo,
Maruja era muy lista y los detalles sabrosos los guardaba con gran celo. Yo volví
al papeleo. Arriba en el desván era el sitio idóneo para ello, cogí el sobre que
saqué del espejo, en él se comentaba que esas cartas junto a las monedas, se entregarían
a la familia más castigada, lo mismo en desgracia de descendencia como en pérdidas
humanas. Para esto me tenía que remontar a la época del robo de las monedas y no
sé si podré tener todos los datos, excepto lo vivido, mis padres nunca hablaron
del asunto y de los familiares mayores que viven, todos callan por miedo.
Abrí la segunda carta y en ella se encontraba
una bandera negra sin ningún signo, y con letra muy clara decía. Estas cartas después
de leerlas hay que destruirlas pero no quemarlas, el fuego atrae a los espíritus
y nunca vienen solos.
Las guarde para seguir el día siguiente;
faltaban muchas por leer.
Buenas tardes amigos.
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