miércoles, 10 de julio de 2019

El aburrimiento 10ª parte




Aquella noche de madrugada me acordé que  en tiempos remotos la casa tenía tres puertas y nunca las he tenido en cuenta solo he vigilado las quedan a la fachada, me acordé que en el lateral derecho había una por donde los criados entraban a la cocina. Mamá guardaba todas las llaves en un cajón del mueble viejo que pasó al desván. Esa noche estuvo muy tranquila y me quede dormida.
La mañana siguiente la sorpresa que me llevé al comprobar que el espejo había desaparecido, menos mal, que las cartas las cogí a tiempo. Subí al desván a  buscar las llaves de la puerta del lateral de la casa; allí estaban, pero me extrañó que estuviesen fuera de un anillo de alambre que mamá solía tenerlas, vacié el cajón cogiendo el puñado de llaves. Fui a la puerta olvidada  y después de echar la llave eché los cerrojos. Iba pasando la mañana y al llegar la tarde cogí la carta rosa, la abrí y dentro se encontraban varios sobres más pequeños, la primera carta tenía una caligrafía bella y correctamente escrita. No recordaba quien de la familia; con los que conviví tuviera esa letra, papá tenía una letra muy bonita e igualada pero esta superaba la suya.
Empecé a leer el primer pliego en ese momento llamaron a la puerta bajé y allí me encontré con un pariente lejano que hacía años que no veía; -Hola Pablo qué te trae por aquí, Hola Adelina he venido al pueblo y he querido hacerte una visita, -pasa, pasa, no te quedes ahí.
 Lo invito a café y hablamos de cosa reviviendo el pasado. Pablo después de dar muchas vueltas me pregunta. ¿Adelina, te acuerda de esa vez que entramos en el granero y el olor era insoportable?, tuvimos que salir corriendo, pero nuestra curiosidad era mayor, volvimos y rebuscando entre la Pacas encontramos dos cuerpos en estado putrefacción carcomido por las ratas. ¿Qué fue de aquello? -Aquello se lo comenté a mamá y me castigaron un mes sin postre y sin salir a la calle. Días después se comentaba entre la vecindad que el tío Arturo se había ido a las Américas y que no volvería, y que se llevo con él a la hija menor de los recueros. Y, no han vuelto, no.  
Pablo al despedirse le comenta. ¿Oyes Adelina me he pasado por el granero y no he podido encontrar la puerta que allí abrimos tantas veces para llegar a la cocina? –Sí, la cerró mamá hace mucho tiempo. Adios Adelina, volveré.
Al encontrar la puerta que me faltaba con ella un nuevo problema.
La noche estaba al caer y mi cabeza…
Buenas tardes amigos.           

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