Aquella noche de madrugada me acordé que en
tiempos remotos la casa tenía tres puertas y nunca las he tenido en cuenta solo
he vigilado las quedan a la fachada, me acordé que en el lateral derecho había
una por donde los criados entraban a la cocina. Mamá guardaba todas las llaves
en un cajón del mueble viejo que pasó al desván. Esa noche estuvo muy tranquila
y me quede dormida.
La mañana siguiente la sorpresa que
me llevé al comprobar que el espejo había desaparecido, menos mal, que las
cartas las cogí a tiempo. Subí al desván a
buscar las llaves de la puerta del lateral de la casa; allí estaban,
pero me extrañó que estuviesen fuera de un anillo de alambre que mamá solía
tenerlas, vacié el cajón cogiendo el puñado de llaves. Fui a la puerta olvidada
y después de echar la llave eché los
cerrojos. Iba pasando la mañana y al llegar la tarde cogí la carta rosa, la
abrí y dentro se encontraban varios sobres más pequeños, la primera carta tenía
una caligrafía bella y correctamente escrita. No recordaba quien de la familia;
con los que conviví tuviera esa letra, papá tenía una letra muy bonita e
igualada pero esta superaba la suya.
Empecé a leer el primer pliego en ese
momento llamaron a la puerta bajé y allí me encontré con un pariente lejano que
hacía años que no veía; -Hola Pablo qué te trae por aquí, Hola Adelina he
venido al pueblo y he querido hacerte una visita, -pasa, pasa, no te quedes ahí.
Lo invito a café y hablamos de cosa reviviendo
el pasado. Pablo después de dar muchas vueltas me pregunta. ¿Adelina, te acuerda
de esa vez que entramos en el granero y el olor era insoportable?, tuvimos que salir
corriendo, pero nuestra curiosidad era mayor, volvimos y rebuscando entre la Pacas
encontramos dos cuerpos en estado putrefacción carcomido por las ratas. ¿Qué fue
de aquello? -Aquello se lo comenté a mamá y me castigaron un mes sin postre y sin
salir a la calle. Días después se comentaba entre la vecindad que el tío Arturo
se había ido a las Américas y que no volvería, y que se llevo con él a la hija menor
de los recueros. Y, no han vuelto, no.
Pablo al despedirse le comenta. ¿Oyes
Adelina me he pasado por el granero y no he podido encontrar la puerta que allí
abrimos tantas veces para llegar a la cocina? –Sí, la cerró mamá hace mucho
tiempo. Adios Adelina, volveré.
Al encontrar la puerta que me faltaba
con ella un nuevo problema.
La noche estaba al caer y mi cabeza…
Buenas tardes amigos.
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