El día había sido ajetreado la familia estuvo entretenida en atender a
los parientes que vinieron de fuera para la boda de mi hermano. Mucho ruido y
carreras de vértigo, todo salió bien en realidad en estos encuentros se pone
siempre buena cara aunque los parientes se odien. Pero hay que guardar las
formas y fingir un ambiente falso. Sobre todo para no dar el día a los
novios.
Iba cayendo la noche y me encontré en mi alcoba al pariente más odiado, Al verla no sabía si
salir corriendo. Dominé mi malestar y dige que estar muy cansada para no
conversar. Puesto el pijama me acosté,
pero Laura no tenía intención de acostarse y sentada en mi cama empezó a
pedirme cuenta.
-Vamos a poner todo en su sitio me cuentas dónde está el dinero que
quedó la abuela Enriqueta y el oro que tantas veces la vimos puesto y desde que
nos fuimos del estas tierras han desaparecido. –No sabía de que hablaba pero
ella insistía –según mi madre siempre lo guardaba en el desván, así, vamos a
buscarlo.
Me puse la bata y camino la escalera arriba. Al llegar se encontraba
una luz muy difusa y voces dentro. Hablaban muy bajo para no ser oídas. Laura
me mando callar y entramos muy despacio. Ya dentro nos escondimos detrás de un
armario y observamos que eran muchos los que allí revolvían los cajones y
rebuscaban en todos los muebles. Uno de ellos rompía los forros de los cestos
de viaje. No dejaron nada por mirar. Cansados se marcharon a la cama.
Laura comprobó que no había nada que buscar nos volvimos a la alcoba.
Me pidió disculpas y dormimos hasta que los gallos cantaron al alba.
Mañana de despedida unos con el desencanto de no llevarse lo que venían
buscando.
Me fui con mamá a la cocina y tomamos en café. Al terminar le conté lo
sucedido, mamá se echó a reír y me asustó su risa, eran unas risas nerviosas
que nunca le había escuchado.
Me dijo -ven conmigo. Camino del desván y al llegar retiró el armario
donde estuvimos Laura y yo. Para mi sorpresa debajo del armario se encontraba
una escalera estrecha que bajé con miedo. Al llegar encendió una luz que
iluminó el espacio. No salía de mi asombro toda la vida viviendo en esa casa y
nunca imaginé el secreto de mí madre.
En un baúl de
madera con remaches de latón. –Mira, esto es lo que ellos buscan cosa que
no van a encontrar.
El baúl Tenía unos candados y la llave estaba en poder de mí madre.
Mamá se agachó acarició el
mueble y dijo.-Aquí está el secreto de los problemas familiares de hace setenta
años. Seguirán aquí, debes de guardar esto, hasta que se haya olvidado el problema.
-¡Ah!, y de esto ni una palabra.
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