El secreto seguía dando malas noches, en la vejez se duerme cada vez
menos y la mente se niega a estar quieta, eso es lo malo porque a ciertas horas
no se pueden desarrollas ciertos trabajos.
Por la mañana llamaron a la puerta era temprano y seguía acostada. No
quise abrir me pareció que no eran horas de visitas. Pero los golpes volvieron
a sonar. Me levanté y abrí el balcón para ver quién era. Comprobé con asombro
que era la prima Laura, Laura estaba esperando plantada en la puerta. Al bajar
nos abrazamos y nos miramos comprobando que los años han pasado haciendo
huellas profundas en su persona. Seguía guapa pero el paso del tiempo la ha
castigado.
La hice pasar a la cocina la hora requería desayunar.
Laura comentó -voy aquedarme unos días contigo; ¿si no tienes
inconveniente?
–le contesté; al contrario me
ayudaras a pasar el tiempo más ameno y cuando terminemos el desayuno iremos a
dar una vuelta al pueblo.
Reímos recordando los viejos tiempos. Nos gustaba ir a la era con
nuestros padres y montada en el trillo pasábamos las horas.
Por las tardes jugábamos en la calle mientras nuestras madres cosían o,
hacían bolillos. Nosotras no necesitábamos nada, solo la imaginación y con
piedras o palos hacíamos y vestíamos las mejores muñecas que han pasado por
nuestras manos. Le poníamos nombres y las guardamos muchos años, por aquellos años no había dinero para caprichos, menos, para
muñecas.
Llego la hora de cenar y al terminar nos fuimos a dormir el día había
sido intenso.
22-6-2018 Joaqui.
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