jueves, 7 de junio de 2018

Costumbres de los años cincuenta sesenta.





Cuando llegaba el día de casarse las novias exhibían la dote que aportaban al matrimonio. ¡No solo era llevarse la mujer de su vida!, tampoco podían ir con las manos vacías. Después de exponer las ropas y utensilios completos de la casa, había que enseñarlo a parientes y amigos.
Así valoraban la hacienda de los dos cónyuges. A mi madre le tocó enseñar la de sus cinco hijas.
María la mayor se casaba y se marchaba a Barcelona. Mamá al no poder enseñar la casa; por la distancia, expuso la dote. Vació una habitación y allí puso clavos en lo más alto; cerca del techo alrededor de la pared con sus correspondientes cuerdas. De ella se colgaron primero las sábanas bajeras, y prendidas de estas el resto de las prendas que llevaba. Sabanas, manteles, camisones, mandiles, paños de cocinas ropa personal. Y alrededor en el suelo  unas cajas con la loza de cocina y los cubiertos. En fin, no faltaba de nada. Mamá con mucho sacrificio fue comprando todo desde que éramos niñas. Estas las fue guardando detrás del único armario que tenía la casa metidos en cajas de cartón. Allí se tiraron muchos años de espera hasta que un buen día salieron a la luz. Qué contenta estaba mamá por haber conseguido ropa y loza para todas.
Mamá compraba las telas y nosotras nos encargábamos de prepararlo y bordar. Cuando llegaba el día estaba todo listo para usar.
Pero las cosas nunca salen como tú las pintas siempre hay algún envidioso o mal intencionado.
Una vecina al terminar de ver todo con gran interés. Le dijo a mamá. Bueno, ahora lo guardas y cuando se case la siguiente lo vuelves a poner.
Me entró una rabia al oír estas palabras que lo único que hice es ir y retirar el armario y sacar el resto de las cosas; qué fui poniendo en las camas. Al terminar de esparci todo llamé a la vecina y le enseñé con detallada intención.
Le  dije; aquí tiene señora Elena, el resto de las demás que con tanto sacrificios ha ido guardando mí madre. Ahora cuando comente al resto de las vecinas sabrá lo qué se llevó mí hermana y lo que queda para las demás. Con que usted lo sepa, ya tenemos bastante.
Cuando se marchó la señora Elena, mamá se enfado conmigo pero yo a mis veinte años quede muy satisfecha.
Gracias mamá por todos los sacrificios que tuviste que hacer y sobre todo, aguantar a cinco mujeres.
Un fuerte abrazo.
                                              6-6-2018 Joaqui.
                                             

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