La
noche pasó como tantas otras lenta y penosa. El sueño tarda sobre todo cuando
la cabeza sigue dando vueltas al trabajo que no has podido terminar.
Me levanté temprano y me
dirigí al establo. La noche anterior Carmina no quiso comer, le puse paja nueva
pero ni así probó bocado. Me preocupó por ser la única que me escuchaba. Horas
compartí hablando de todo lo que rodea nuestra vida. Parece mentira que solo
con mirarse dos animales sin pronunciar palabras se entiendan. Carmina no era
una vaca cualquiera era un amigo más caminando juntos y paseando por la pradera.
Cuando era joven recorríamos el campos buscando los pastos frescos y al
bajar al regato me seguía con paso lento. Cerca de ella me sentaba y la veía beber con su hermosa
lengua. Fueron días felices para los dos.
Ahora siento que perderla es
llevarse parte de mi vida.
La vida sigue pero sin ella
veo la pradera como si el páramo de otro lugar, se haya adueñado de los campos
que tantas horas me vieron reír.
7-6-2018 Joaqui
No hay comentarios:
Publicar un comentario