El encuentro era impropio de las dos, siempre has tenido
ese orgullo que te hace sufrir más que a nadie, y transmites alrededor el
sufrimiento contagiando al entorno.
Tu orgullo oh, la soberbia no te deja ver con claridad
arrastrando los problemas en los que al compás nos entras. No tenemos bastante
con los problemas diarios y tenemos que echar más lastres al hombro.
El encuentro se produjo en la escalinata de la Plaza
Mayor al terminar se encuentra la entrada al recinto Antiguo. Quisimos mirar
para otro lado pero la escalera estaba desierta y fue imposible.
El saludo frío y la conversación lenta. Intenté abordar
el tema, pero tú seguías con la razón; ¡qué razón!, ¡la tuya o las mía! No
entrabas en la cuestión de lleno solo intentabas justificarte sin pensar en
otra cosa.
Debatiendo algo sin tener la luz que se precisa en ese
momento, me despedí hasta otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario