En
ese momentos entró en el bar Marina con
su puro encendido. Una viejecita que se ganaba la vida vendiendo almendras por
las calles con su cesta colgada de su brazo. Para ella lo más importante era
vivir su vida sin que a los demás les importara la suya.
Pidió una copa de coñac. Saboreó su copa
terminando de beber le daba un beso al culo del vaso. Mirando de vez en cuando a su hermano que jugaba a las cartas. Pedro, –su hermano- la miraba
pero escondía la cara. Al parecer llevaban
años sin hablarse. En sus rostros se veía la tristeza pero, no hacían nada por
remediarlo.
Rne
sonaba bajo, con esto a los jugadores no les impedía la concentración.
Se cuenta
que una noche Marina salió del bar. Esa noche Pedro no estaba. Marina se sentó
en el umbral de la casa contigua. Pasado cierto tiempo decidió marcharse. Poco
antes de levantarse observó una sombra que se iba acercando. Se levanto comprobando
que era Pedro. Los dos se abrazaron. Sus
lágrimas corrían sus mejillas.
Marina
acariciaba a Pedro como si fuera un chiquillo.
Pedro
comentaba lo mal que lo había pasado y le pedía perdón a su hermana. Marina
decía. Esto no va a pasar más. De ahora en adelante seguiremos unidos como antes.
En el
bar todo seguía igual.
Recuerdos del pasado 13-7-2017 Joaqui.
No hay comentarios:
Publicar un comentario