Venga
todo el mundo arriba, Alicia está a punto de llegar. -Alicia, la peluquera. Y
luego no tenemos tiempo para peinarnos.
Mamá,
¿qué estás haciendo en el patio? –Estoy tomando un café, con unas pringra, en la
cocina hay para todas. ¿Estás triste, qué te pasa? No te quiero ver así el día
de mi boda. – ¡Como quieres que este! Si estuviera aquí tú padre.
Te
entiendo, pero hoy es un día especial y puedes contagiarnos, ¡anda, alegra esa
cara! Papá nos estará viendo, y seguro, que está contento. Voy a llamar a las
que faltan. Ángela y Toñi están desayunando en la cocina, están terminando.
¡María venga arriba que luego necesitas mucho tiempo! La chica durmiendo, como
siempre.
Voy
abrir están llamando. -¡Ya estamos aquí! ¿Dónde están las demás? Mamá en el
patio, ves te necesita. –Entra “tita” Costa y “tito” Miguel, hermano de mamá.
-Costa
anima a su cuñada, Antonia comprende que tiene que ser fuerte.
-¿Dónde
está la plancha? trae la ropa que le dé un repaso, ¿Dónde tienes el vestido?
Allí, en una percha colgada del armario.
La
casa es como un remolino de personas, dando vueltas por todas partes.
Llega
la hora todo terminado echamos andar, calle Belén, Picaderos y entramos en la
Plazuela de Santiago. Allí estaba el novio esperando mi llegada.
Al
salir de casa dijo Antonia –Ven, ¿Dónde te pongo el ramo? ¿Está bien en la
cintura? -Dónde quiera madre.
El
día pasó caluroso, cuarenta grados de temperatura, pero la ilusión era tanta. Nuestra
única mirada eran para mamá, ella en el fondo era una de las más afortunadas. No sé si porque
había conseguido casar a una más, oh, que desde ese día, tenía una
menos para luchar.
Los
años han pasado y desgraciadamente no está para compartir la alegría de poder
ver a sus hijas.
Esto
ocurrió el 30-7-1967. Los recuerdos están vivos.
Gracias
Antonia. Da le un fuerte abrazo a los que están contigo.
30-7-2017 Joaqui.
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