sábado, 15 de julio de 2017

El mendigo




Ellos nos inspiran lástima o, compasión, y no es para menos. La carencia de lo más necesario para vivir.
Cuando se ven en las calles de la ciudad, con sus caras lánguidas. Sientes que no están ahí por gusto, y a muchos le dará vergüenza de mostrar su lado más débil. Por ello, se suele colaborar en la medida que uno quiera. ¡Porque siempre se puede algo más!
Esta mañana me ha ocurrido un caso peculiar. A la entrada de una tienda de alimentación, se encontraba un hombre pidiendo. Hombre joven, de unos cuarenta años, de mediana estatura, Camisa de tela,  pantalón corto y zapatillas de deportes.
Raido de pelo, cuerpo redondo sin entrar en carnes. Al llegar a su lado, me ha pedido una limosna. Mi respuesta ha sido. Cuando salga le traigo… Leche, legumbres, aceite, o: Él me ha cortado diciendo,-no, tengo de todo eso, tráigame. Un pollo para comer hoy. Mi asombro ha podido ser mayor.
Me he acerco a él y le he repetido ¡Un pollo!  –Sí, eso.
¿Es esto normal? Nunca antes me había ocurrido tal cosa.
                         15-7-2017    Joaqui.

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