Mañana
de domingo. Veinticinco de julio, en un pueblo de Extremadura. Pueblo pequeño
de poco más de seiscientos habitantes. Allí, vive rodeada de los que
quedan en el pueblo que la vio nacer. No todos aceptan su locura después de
morir su esposo. Mariela se está liberando de las cadenas que la han atado.
Esta
mañana de calor asfixiante. Mariela atraviesa la plaza del pueblo, dirección al
río. Las comadres se están avisando, para contar su forma de vida. El cambió
está siendo tan grande que están asustadas. Piensan que se ha trastornado con
la muerte de Narciso -Su marido-. Al pasar por la puerta de Manuela, la ha
llamado. Manuela estaba esperando y las dos han puesto rumbo al río.
Las
comadres las siguen a cierta distancia para no ser vistas.
Al llegar
al Río Jerte, el agua corría limpia y transparente. Mariela se quita la ropa y se
adentra en el agua. Manuela asombrada de verla sin ropa, -venga Manuela el agua
te quitará los calores de la larga noche. Manuela no puede resistir la tentación
y hace lo correcto, se zambulle en el agua.
Las comadres
viendo detrás de un árbol el episodio. Mariela las tenía localizadas, y después
de disfrutar del baño, las llama – Venga, que hacéis ahí, todas al agua, los hombre
están lejos y este placer no os lo va a quitar nadie. Ellas dudan, pero Juana que
no había podido dormir por el excesivo calor, salió con pasos firmes, diciendo.
A la mierda los cotilleos, yo voy con ellas.
Pero
detrás le siguieron todas.
Pasaron
el mejor baño de su vida. ¡Claro! El primero.
Volvieron
al pueblo un grupo de amigas para seguir las juergas venideras.
6-7-2017 Joaqui.
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