“La” Juana seguía en la cocina terminando de hacer
una tortilla de patatas para cuando viniera Hipólito, la Juana se esmeraba en
estos menesteres, -¿Juanaaaa? ¿Qué pasa que no bajas? La Juana se asoma a la
ventana y clavada en la acera de enfrente ve a la pandilla de amigas que la
esperan para ir a la carretera a pasear, la Juana batiendo los huevos dando
vuelta al tenedor se había olvidado. ¡Ahora bajo, esperar un momento!
Dejó todo preparado y salió escalera abajo, en la
calle las comadres le echan un rapapolvo por la tardanza, Juana coge el camino
si hacerles caso, la Manuela la llama y le pregunta -¿Qué estabas haciendo?
Nada que no fuera mi obligación, una tortilla para Hipólito, -¡anda esta, una tortilla
para su hombre! ¿Y, tú sabes si no vendrá cenado? ¿Por qué dices eso? -¡Mira Juana!
¡No te hagas la tonta! ¡Todos en el pueblo sabemos donde se divierte!
La Juana se da la vuelta e intenta marcharse Pero la
Candi la sujeta por el brazo y le dice. –ahora te voy a llevar dónde se esconde cuando sale del trabajo.
Se alborota el gallinero y todos caminos a casa de la Pepa. En el trayecto nadie
dice nada.
Ya en casa de Pepa llamaron y sale la Pepa, -Asombrada,
quiere disimular pero la Juana con la calentura que llevaba se le abalanzó al pelo
y a rastra la sacó al medio de la calle, allí despacho la rabia acumulada de muchos
años de silencio.
Cuando llegó a casa ¡Sin echar una lágrima! se comió
la tortilla cerrando la puerta para dormir a piernas sueltas.
Buenas tardes amigos.
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