Tía
Elena salió esa noche Camino de Cáceres desde su pueblo El Casar. La noche
oscura como su vida.Viuda, cuatro hijos a su espalda. Elena trabajaba en
casa haciendo pan, con ello conseguía dar de comes a sus hijos y algún
arrimado.
Esa
noche caminaba en compañía de Lagarto “su burro” dando tropezones recorrió la
carretera que une Cáceres con el pueblo, los once kilómetros que separan las
dos localidades.
Consiguió
llegar a lo alto del cementerio, allí era donde el señor Damián les cambiaban
las pesetas por el harina, café o, azúcar. Elena les llevaba unas patateras y
morcillas frescas; qué su amiga Engracia, conseguía amañar a su ama.
Con
la mercancía en el burro contenta echó andar camino del pueblo.
En
mitad del camino empezó a escuchar un ruido como si les fuera siguiendo
alguien, por más que miraba la noche era tan negra que no veía a nadie, ella
pensaba; son imaginaciones mías voy a aligerar el paso y arrea al burro.
Al llegar a la altura de la fuente de la Escudilla se paró para comprobar el
ruido, al pararse ella el ruido cesó, Elena en ese momento se subió al burro
atizando este para llegar antes a casa, pero lagarto se negaba a seguir,
Elena se bajó aligerando todo lo que sus
piernas podían y cogiendo el bastón se
puso en guardia por si le acechaba, lo que más temía era perder su compra. Así hasta
llegar al pueblo el camino se le hizo interminable.
Entrando
en él se iluminaba la carretera con las pocas bombillas que allí se encontraban.
Al
llegar al paseo entre unos árboles se ocultó para ver quien venía siguiéndola y
observa que Lino “su perro” la mira y se acerca. Elena se echa a reír.
Lino
le agradecía el cacho de pan duro que le
daba.
Buenas
tardes amigos.
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