viernes, 23 de agosto de 2019

El aburrimiento XXXI



La compañía de Maruja y los amigos, Samuel y Evaristo era una bendición para mí mente, ellos sabían conquistar y amar. Me dejaba llevar ¡Por la cuenta que me tenía! A su lado pasaban las horas sin pensar en nada solo en divertirnos, comer y beber. Por las noches al llegar al hotel ninguno atinaba entrar la llave en la cerradura, todos nos reíamos pasando la llave de una mano a otra, al final era el recepcionista el que se encargaba de abrir. La mitad de la noche terminábamos unos en la habitación otros en el balcón, allí a cielo raso contemplando las estrellas acostados en unas mantas hasta llegar la mañana. El sol con su radiante luz nos obligaba a entrar a la alcoba, a veces nos negábamos a entrar y con la sábana nos tapábamos hasta la cabeza y al no poder dormir terminábamos entrando a despertar a Maruja, ella se enfada pero le duraba poco y cogiendo el bolso nos marchábamos a desayunar.
Qué bonita es la vida cuando los problemas no te afectan.
Buenas tardes amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario