En los años
cincuenta, sesenta, las Sección femenina tenía unas dependencias para pasar la
tarde, en ella se encontraban zonas de juegos, una estaba en un piso de los
soportales de la Plaza Mayor; a la derecha del la torre de Bujaco, allí nos
reuníamos la juventud, no recuerdo las actividades con precisión pero si
recuerdos las amigas; qué al día de hoy seguimos.
Poco durábamos
pues siempre hay personas que acaparan los juegos y tú nunca participas, así el
aburrimiento te echa para atrás.
Lo qué si me
gustaba era El Servicio Social; Tengo la cartilla desde entonces. Cuando nos
apuntábamos nos decían que en un futuro sin ese requisito no entraríamos a
trabajar en ningún parte. Guardado con verdadero celo esperando el trabajo; ¡qué
nunca llegó!, esa promesa que luego se vio que los enchufados entraban; ¡Lo
mismo qué ahora! Por desgracia te das cuenta demasiado tarde, no me pesa de
haber aprendido algo en las clases. Nos hacían pasar el examen final de cosas
que no habíamos dado.
Las clases se
impartían en la Calle San Antón, en un piso qué hoy ha desaparecido. Era viejo.
En su lugar hoy existe un moderno
edificio donde se representan exposiciones de todo tipo; No sé cómo se llama.
Estábamos tantas
chicas que en los pasillos y las escaleras era casi imposible andar.
Dábamos clases de
cocina, cultura general taquigrafía y clases de baile. Era una forma de tener a
la juventud ocupada; eso si lo conseguían.
Fueron años
difíciles pues, el trabajo no asomaba por parte alguna. Solo las más valientes
se dedicaban a servir. Las que esperábamos un trabajo distinto, tardamos años
en encontrarlo y siempre era a base de alguien que te echó una mano.
Gracia a eso
conseguímos trabajar.
Siempre ha habido paro
y en nuestro tiempo; más qué ahora.
¡Claro que ayudábamos en casa!, y gracias a eso
los días pasaban llevaderos.
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