jueves, 29 de agosto de 2019

La Juana



“La” Juana seguía en la cocina terminando de hacer una tortilla de patatas para cuando viniera Hipólito, la Juana se esmeraba en estos menesteres, -¿Juanaaaa? ¿Qué pasa que no bajas? La Juana se asoma a la ventana y clavada en la acera de enfrente ve a la pandilla de amigas que la esperan para ir a la carretera a pasear, la Juana batiendo los huevos dando vuelta al tenedor se había olvidado. ¡Ahora bajo, esperar un momento!
Dejó todo preparado y salió escalera abajo, en la calle las comadres le echan un rapapolvo por la tardanza, Juana coge el camino si hacerles caso, la Manuela la llama y le pregunta -¿Qué estabas haciendo? Nada que no fuera mi obligación, una tortilla para Hipólito, -¡anda esta, una tortilla para su hombre! ¿Y, tú sabes si no vendrá cenado? ¿Por qué dices eso? -¡Mira Juana! ¡No te hagas la tonta! ¡Todos en el pueblo sabemos donde se divierte!
La Juana se da la vuelta e intenta marcharse Pero la Candi la sujeta por el brazo y le dice. –ahora te  voy a llevar dónde se esconde cuando sale del trabajo. Se alborota el gallinero y todos caminos a casa de la Pepa. En el trayecto nadie dice nada.
Ya en casa de Pepa llamaron y sale la Pepa, -Asombrada, quiere disimular pero la Juana con la calentura que llevaba se le abalanzó al pelo y a rastra la sacó al medio de la calle, allí despacho la rabia acumulada de muchos años de silencio.
Cuando llegó a casa ¡Sin echar una lágrima! se comió la tortilla cerrando la puerta para dormir a piernas sueltas.

Buenas tardes amigos.

miércoles, 28 de agosto de 2019

Los cincuenta euros



Después de un día agotador el deseo es salir a descansar, saliendo desde mi casa al paseo de las lavanderas, Carretera del Casar de (Cáceres), al final en la Plaza de Argel se encuentran unos bares muy apropiados para el descanso. Allí decidí sentarme a tomar un helado. Llegué tarde y al poco tiempo la noche avanzaba sin parar. Carmina y Amancio llevaban el local; dos chicos jóvenes con dos niños pequeños, al rato de estar allí me comentan; vamos a cerrar nos vamos a un rato con los niños al Paseo Alto, ¿quiere venir con nosotros? –Vale, está cerca y esa zona me gusta. Camino del Paseo Alto llevo a uno de los niños de la mano. Dejamos la Plaza de los Mártires a la izquierda y a la derecha el cuartel De Infanta Isabel, Cuartel de los soldados.


Décadas tuvieron su principal presencia, en el caso de Cáceres, justamente en el cuartel Infanta Isabel. Comenzó a construirse en 1920 en el llamado cerro del Teso y albergó desde 1924 al Regimiento Segovia 75 y después al Regimiento Argel 27. No era una instalación militar más, sino la confirmación de que Cáceres tenía por fin una guarnición permanente, un avance muy significativo para una ciudad en aquellos tiempos. Su nombre, Infanta Isabel, obedeció a que fue la prima del rey Alfonso XIII quien ejerció de madrina de la bandera que los cacereños El centro, con capacidad para 2.000 soldados, se amplió en los años cincuenta y a mediados de los 70 se transformó en el C.I.R. nº 3, luego C.I.R. Centro, compartiendo sede con el Campamento de Santa Ana, abierto el 9 de diciembre de 1964. A finales de los 80 dejó de servir para tal cometido y todos los militares se trasladaron a la base de Santa Ana, de modo que el cuartel Infanta Isabel se fue quedando sin uso. 

Al dejar el cuartel lo contemplo con nostalgia al recordar en los años de su gran resplandor cuando los soldados inundaban las calles de Cáceres con miles de jóvenes paseando nuestro querido Cáceres y más de uno se casaron con chicas de aquí rehaciendo su vida al lado de una extremeña.
Como inundaban las calles desde el cuartel dirección al centro de Cánovas. En la recogida al cuartel, el bar del Retrato C/ Santi Espíritu la Antonia, era quien surtía de bocadillos de tortillas de patatas que degustaban con placer, siempre acompañado de un vaso de vino o algún refresco de la época.
Seguimos al paseo Alto a por la carretera de tierra, al final se encuentra el bar el todo el alto de uno de los picos de la Sierra de la Mosca, Esta que cruza Cáceres hasta Sierra de Fuentes.
Nos sentamos en una de las mesas de la terraza. Terraza humilde, mesas de maderas pequeñas y sillas con el asiento de listones de maderas. Permanecimos unas horas, los niños jugaron alrededor. Me levanté un momento a pagar la consumición y cuando pidieron la cuenta, estaba saldada.
Por el camino antes de llegar les escuché diciendo -¡Cuando lleguemos le pides el dinero de lo que consuma! ¡Y mira!, esto fue muy desagradable lo único que buscaba era compañía que alrededor de los niños pasé unas horas olvidando todo los problemas cotidianos.
Pagué los cincuenta euros gustosamente y las horas de compañía fueron muy agradables.
Buenos tardes amigos.  

lunes, 26 de agosto de 2019

El aburrimiento XXXIII



La visita de Sebastián me empezaba a dar un poco de luz, ¡Claro que solo eran ilusiones mías!
Esa noche nos fuimos al baile los cuatro amigos el baile estaba muy animado. El pasodoble era el que dominaba el ambiente, en esto los mayores se adueñan de la pista. Iba pasando la noche y  en ese momento entró una chica dando gritos, nos acercamos a ella a ver qué pasaba, ella entre lágrimas comenta que en la calle hay una persona tirada en el suelo al parecer está muerta, todo el personal nos dirigimos a la puerta pero llegaba la policía y nos acordonaron el espacio. Maruja se escabulló y consigue llegar al personaje, al venir horrorizada se echa a llorar. – ¿Maruja, quien es? mira será mejor que nos vayamos las cosas se pueden poner peor. -¿Bueno pero di nos quién es? No te lo vas a creer es el marido de Consuelo, ella lo dio por desaparecido pero ¡Según el policía! él se vino a vivir con esa mujer hace mucho tiempo.
Y la están buscando para darle la noticia, al parecer ¡según un vecinos que es el lo ha reconocido! Llevaban mucho tiempo sin pagar en la tienda de alimentos y ellos estaban riñendo bronca, sobre bronca. Vámonos antes de tener que dar explicaciones.
Al darnos la vuelta nos dan el alto, -De aquí no se mueve nadie todo el mundo a comisaría allí cada uno dará cuenta el vínculo con este difunto.
Buenas tardes amigos.

sábado, 24 de agosto de 2019

Sueños ¡oh! Realidades




Esta mañana he salido a pasear por mí querido Cáceres. Las calles principales son transitadas por lo pocos madrugadores que nos tiramos de la cama cuando levanta el día.
En medio de Cánova me he encontrado con una antigua amiga. Después del saludo y conversaciones sin importancia nos hemos despedido. Ella tenía que comentarme un asunto de trabajo que me interesa, ¡No me ha dicho nada para que en el asunto no se lleve a cabo! Tengo unos papeles que entregar y siempre me ha informado de ello ahora está molesta porque me pidió un favor ¡qué no pude hacerle! y cogiendo la revancha quiere que no participe en el asunto.
No entiendo cómo se porta así nunca le he hecho nada, ni dicho, que no sea por su bien, ella es orgullosa y no entiende que sus faltas las tengamos que solucionar ¡Y, Mira, de torpe no tiene nada!, pero le ciega el no querer saber la verdad sobre ella. En el fondo me da pena que no vivía en el mundo real porque los amigos y familia le dan la espalda y  se ve sola.
Habría tanto que contar pero si digo todo lo que sé seguro que me mata.
Siempre que estoy con ella me encuentro agusto, ella con todas sus faltas y fanfarronerías su trato es muy sociable, le aconsejé ¡Pocas veces! ¡Ella no se deja! Como manejar el dinero ¡qué en esto es un desastre. ¡Nunca tuvo ni tendrá una perra! Su ceguera le hace ver visiones y en cuanto al tema corta de cuajo. En el fondo vive con estrecheces por el qué dirán y no se da cuenta que en los bares no se arregla la economía.
Sigue engañándose a sí misma mientras que los demás arreglan sus vidas.

Buenas tardes amigos.

viernes, 23 de agosto de 2019

El aburrimiento XXXI



La compañía de Maruja y los amigos, Samuel y Evaristo era una bendición para mí mente, ellos sabían conquistar y amar. Me dejaba llevar ¡Por la cuenta que me tenía! A su lado pasaban las horas sin pensar en nada solo en divertirnos, comer y beber. Por las noches al llegar al hotel ninguno atinaba entrar la llave en la cerradura, todos nos reíamos pasando la llave de una mano a otra, al final era el recepcionista el que se encargaba de abrir. La mitad de la noche terminábamos unos en la habitación otros en el balcón, allí a cielo raso contemplando las estrellas acostados en unas mantas hasta llegar la mañana. El sol con su radiante luz nos obligaba a entrar a la alcoba, a veces nos negábamos a entrar y con la sábana nos tapábamos hasta la cabeza y al no poder dormir terminábamos entrando a despertar a Maruja, ella se enfada pero le duraba poco y cogiendo el bolso nos marchábamos a desayunar.
Qué bonita es la vida cuando los problemas no te afectan.
Buenas tardes amigos.