miércoles, 19 de agosto de 2020
Historias de Cornejo. Confinamiento
El silencio inmerso que invade la atmosfera, está dando paso a la naturaleza a respirar, mientras que nosotros invernamos. Nos está demostrando que para poder vivir, y pasear por éste, nuestro mundo, qué también es suyo, sin darnos por enterados, la estamos destruyendo.
Ha tenido que venir el horrible Bicho, ese que no tiene cara, y atreves de las consecuencias desbastadoras de la muerte de miles de personas, Y aún así, no hemos aprendido nada.
Entraste despacio sin hacer ruido, sabiendo que al explota, el mundo se estremecería y sin piedad, te has llevando entre tus garras a los mayores de edad.
Su lentitud y el desgate del tiempo, cansados de trajinar, para darles a los suyos un futuro mejor.
Quedaron atrás sus verdaderos sacrificios. Y ayunos, para que ellos.
Ropas antiguas, para que ellos se vistan. Calzado gastado, para que ellos caminen.
¡Qué ingrata es la vida!, que ni con esta pandemia, aprenderemos nada.
Seco por el desgate sufrido.
En ese espejo del agua, pasan sus figuras y en el pensamiento, quedan las caricias de verdad.
Aquellas, ya lejanas, que un día sus frágiles dedos acariciaron su piel.
Hoy son manos curtidas y carreteras asfaltadas por el sol.
Abre la puerta, que solo pido una “mí agina” de cariño.
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