lunes, 31 de agosto de 2020

Historias de Cornejo. La duda


Jeremía esa mañana al entrar en la sala de trabajo, experimenta un frío que recorre su cuerpo y no le dejaba acercarse a quitar la tela que cubre el cuerpo que se encuentra su mesa de trabajo.
Decide acercarse donde el cadáver le espera silencioso, tapado con una gasa blanca, sin prisas de ser atendido.
Jeremía sentía pánico para retirar la tela, nunca sabía lo que iba a encontrar.
Su trabajo no se podía realizar sin ese requisito.
Estuvo dando vueltas alrededor, y al final decide empezar su trabajo.
Al quitar la gasa, su cara cambió, entre sus manos encuentra un personaje desconocido. Suspiró con alivio al comprobar que sacándole las entrañas…

Buenas tarde amigos.

sábado, 29 de agosto de 2020

Historias de Cornejo ¡Qué queda de aquello!



Tarde monótona, la lluvia azota con fuerza los cristales de la ventana, rompiendo el silencio. Embebida en el aburrimiento, los ojos tropiezan con una foto familiar.
A través de la foto se busca en la mente aquellos tiempos enmohecidos del pasado. Los recuerdos se reviven para decir y contar algo de aquellos maravillosos años.
La memoria son viajes en el tiempo que cruzando el cerebro, salen salpicando dando saltos gran velocidad.
Ahí, es donde empieza la mente a cavilar, si esas sombras en el papel, corresponde a lo que buscas en el cerebro.
Pasado los años, de la foto no queda nada, la mente ha cambiado tanto, que de ellas salen negras humaradas para borra el pasado. Tantos días de felicidad transformado en horas de amargo pensar.
De aquello, no quedan más que recuerdos del ayer.

Buenas tardes amigos.

jueves, 27 de agosto de 2020

Tres puñales

Tres puñales

Tres puñales me clavaste,
del primero y el segundo te mofaba,
y no conforme con eso,
el tercero lo hundirías.

¡Como es la vida!,
ahora estás bebiendo en tus carnes,
todo lo que me dolía,
¿no me pidas compasión?

que los puñales clavados,
los llevo en el corazón,
con ardiente fuego, en el siguen,
y por mucho tiempo que pase…

La llama seguirá incandescente,
¡Y, mira que no quisiera,
tener este pensamiento!
pero el agravio a los hijos...

Ellos son lo primero, y,
ni se olvida, ni se perdona,
¡ No vengas ahora,
que te quieres divertir!.

De mis labios la sonrisa,
no han de salir.


martes, 25 de agosto de 2020

Historias de Cornejo, Adela



Adela, se sienta en el comedor, detrás de las puertas del balcón. Observa que en la calle, frente de su casa, hay un coche aparcado, y dentro una persona, que le llama la atención, y ve a un personaje y su mirada se dirige hacia donde ella se encuentra.
De pronto reconoce a Javier, su corazón late fuertemente.
Le ve envejecido, su pelo plateado.
Ha pasado mucho tiempo desde que sus cuerpos recorrieron el salón de baile.
La luminosidad de un día se fue. Vinieron tinieblas punzantes, noches amarga de soledad. El resplandor de un día, y amargos años. ¡Ahora, es tarde para empezar de nuevo!
─ Hasta mañana.
Fueron tus últimas palabras que bullen en su mente triste y sombrías.
¡Es tarde! ¡Desde aquél encuentro, ha sufrido tanto! Su vida ha girado en torno a la espera.
El fuego hecho cenizas, las que no quiere remover.

domingo, 23 de agosto de 2020

El Encierro



Cinco de la madrugada de una noche del mes de abril.
Noche sin luna, las sombras poblaban la triste nave donde dormían.

El moho dominaba la estancia. Cada rincón lleno de trastos viejos inservibles, su desuso los dejó en la más inmensa ruina.

En una estantería, ¡que por extraño que parezca, siempre estaba limpia!
En ella se encuentra un cuadro donde dos figuras resplandecen, alegrando el lugar.

En él se veía una joven con un niño entre sus manos, niño pequeño envuelto en pañales blancos.

Una joven vestida de negro, toquilla gris, pelo como el azabache, recogido con un moño en la nuca.

Sus manos grandes y protectoras, sujetan con delicadeza el delicado cuerpo del niño. Su cara sonriente emana la dulzura transmitiendo el cariño y cuidados al bebe.

Cuando lo miran siempre permanece igual.

En la nave hasta los muertos tienen vida, a ellos los llevan al departamento del sótano, y allí permanecerán hasta que se recompongas sus huesos y poder huir al inmerso campo.

Una noche, uno de los cadáveres se levantó cogiendo su raída manta y echó a andar.


Las horas monótonas y aburridas las pasaban buscando libros viejos que almacenaban en el sótano, y mirando figuras raras pasaban las horas.

Una noche Javi y Juan, bajaron a ver qué encontran. Y uno de los guardianes nos oyó y los quedaron dos días sin comer, ─ ¡cómo si los demás día…!

Los guardianes los cuidaban mientras sus familias seguían desparecidas.

Todo era negro y confuso, el trato era tan distante que el único consuelo era estar al lado de los compañeros.
Las peleas eran sus juegos favoritos, hasta esperar con desconsuelo la mayoría de edad para salir del encierro.

Por las noches recorrían las estancias prohibidas. Y
galerías inmensas de las que se escondidas bajo tierra.

Las noches se les hacían eternas sin comprender que hacíamos aquí, unos niños perdidos en esta parte del mundo.

Cuando llegaron éran muchos, ahora, cada vez están menos.

Una noche descubrieron una habitación, vieja y sucia igual que las otras, y, en cima de una mesa había una maleta de cuero marrón, sujeto con un correaje y una hebilla cuadrada. Javi consiguió abrirla, y al quitar la tapa se retiró con gestos de espantos Juan se acercó y al mirar dentro sus semblante de horror le hechó par atrás, al ver los huesecillos de los dedos de las manos, esos que le faltaban a todos los niños.


Seguirán allí, hasta que la muerte.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Historias de Cornejo. Confinamiento



El silencio inmerso que invade la atmosfera, está dando paso a la naturaleza a respirar, mientras que nosotros invernamos. Nos está demostrando que para poder vivir, y pasear por éste, nuestro mundo, qué también es suyo, sin darnos por enterados, la estamos destruyendo.

Ha tenido que venir el horrible Bicho, ese que no tiene cara, y atreves de las consecuencias desbastadoras de la muerte de miles de personas, Y aún así, no hemos aprendido nada.

Entraste despacio sin hacer ruido, sabiendo que al explota, el mundo se estremecería y sin piedad, te has llevando entre tus garras a los mayores de edad.

Su lentitud y el desgate del tiempo, cansados de trajinar, para darles a los suyos un futuro mejor.

Quedaron atrás sus verdaderos sacrificios. Y ayunos, para que ellos.

Ropas antiguas, para que ellos se vistan. Calzado gastado, para que ellos caminen.

¡Qué ingrata es la vida!, que ni con esta pandemia, aprenderemos nada.

Seco por el desgate sufrido.

En ese espejo del agua, pasan sus figuras y en el pensamiento, quedan las caricias de verdad.

Aquellas, ya lejanas, que un día sus frágiles dedos acariciaron su piel.

Hoy son manos curtidas y carreteras asfaltadas por el sol.

Abre la puerta, que solo pido una “mí agina” de cariño.

Los Besos



Los primeros que recibes, pocos recuerdas.
Al llegar a la juventud, imposible de olvidar.

Desde ahí, una cadena de ellos se pierde en el ovillo de la mente.

Ahora ha llegado el momento del confinamiento, en este periodo la meditación que se recrea y con añoranza, recuerdas los momentos cuando los tirabas, sin darle la importancia que tiene.

Ese beso perdido que buscas sin encontrar donde posarlo.

En la distancia, solo con el pensamiento te desgarra el alma, al no poner en cada mejilla el deseado y el cariño que lleva envuelto, todo lo que sientes por tus seres queridos.

¡Cómo duele!, verlos cerca y no poder transmitir lo que sientes. Solo con la mente llegas a abrazar comunicando todo el cariño que emana del corazón de una madre.

Se impregna mi alma fluyendo el deseo de la cercanía. La dureza del momento, te hace débil ante la impotencia de querer y no poder.

Ese beso perdido que intentas enhebrar para retener en el libro de la memoria, atando fuertemente para que no se deshaga. El futuro llegará, y en ese momento sabré cual guardar para los momentos que la soledad me espante.

Esa soledad que flota en los rincones más lejanos del cerebro, y por mucho que mires, la estancia sigue vacía.

Deseando que pase pronto para poder abrazar a los míos.
Historias de Cornejo. Joaquina.

viernes, 14 de agosto de 2020

  Historias de Cornejo La noticia de la sociedad



Hace unos días se encontrado el cadáver de un joven de unos treinta años de edad, muerto en la puerta que dormía habitualmente. Allí, pasaba las noches, por el día pedía limosnas.

En un portal abandonado de un viejo edificio. Al llegar la mañana guardaba sus pertenencias y sus mayores tesoros eran los cartones, que cambiando cada día, los mojados por secos.

Sin embargo, las noticias más relevantes de estos días van encaminadas por otros asuntos. Ello se centra en el excesivo consumo de las compras Navideñas.

Los medios de información se vuelcan en pintar un país rebosante de dinero, en el que todos los habitantes, les sobra para manjares y regalos, Qué hasta el perro debería de llevar, abrigo y buenas botas.
¡Ojo, que no estoy en contra de ellos! Y no digo que no tengan derecho.

Escuchando la radio y la televisión y la pobreza que nos rodea, hay un choque entre las dos España, ¡la que les sobra, oh, se endeuda, oh!, la que no tiene y pasa frío, durmiendo en la calle y arropado con las pocas pertenencias que encuentran en la basura.

La primera es la que resaltamos, ¡La segunda, no interesa!
¡Cuánta falsedad, en cualquier círculo! Esto al país no le conviene divulgar, es mejor vivir de espalda a la verdad.

Lo que pasa, no se pueden decir, ¡si lo haces, te apartan!

A sola en la alcoba meditas frente al espejo, y notas que las palabras que revotan y vuelven, en ese momento comprueban que la sociedad es una “mierda” solo acogen en ella al que se defiende por sí solo, sin ahondar en el problema

Joaquina Campón.

jueves, 13 de agosto de 2020

El otoño



Se marchitan las pocas flores, que a duras penas quedan en las tristes macetas.

Todas las amigas de María estaban contentas, era la patrona de la Virgen de La Hispanidad, y todos los años, dentro de los festejos, el baile no podía faltar.

María y sus amigas se preparaban para asistir él.

Los vestidos domingueros las esperan. Compuestas, el grupo de amigas caminan al salón.

La alegría en sus caras, con cuatro pesetas en el bolso, para un refresco y algún puñado de pipas. El bolso hecho de tela ¡de un retal del vestido!, bolso pequeño, redondo, cerrado con una cinta que colgaba de su muñeca.

Esa tarde soleada llego a su vida un joven guapo que con una sonrisa y delicados modales la invita a bailar. Lo mira, y extrañada duda si esa propuesta iba dirigida a una simple chica, chica corriente. Le miraba tan asombrada y pesó, ¡Se ha equivocado de persona!, seguro que viene a por la lista del grupo. Atónita esperó que volviera a proponerlo. Y, este, repitió.
— ¿Quieres bailar conmigo?

En ese momento le tomó la mano, que María le extendió gustosamente.

Su cuerpo experimento una sensación tan sumamente maravillosa que flotando en el aire recorrieron la estancia. Le Miraba sin comprender como un chico tan guapo, se había fijado en ella.

Como el fuego su corazón ardía al apoyarse en sus brazos, brazos fuertes que cogiendo su cintura bailamos sin parar. La tarde inolvidable pasó tragándose las horas a un ritmo acelerado, intentaba con todo su corazón parar el reloj, pero él, no tuvo en cuenta sus ansiados deseos.

La nube que flotaba se fue desvaneciendo. La despedida puso fin al día, donde los sueños volaron, dejando el agridulce del deseo que toda chica, a sus catorce años, siente la necesidad ser abrazada por unas manos masculinas.

Al despedirse le dijo, —mañana te llamo. María al llegar a casa guardo sus ropas sin lavar para no perder el olor de su príncipe encantado.

La espera de un día, semanas, sigue sin ver la luz.

Han pasado ¡Tanto tiempo!, María lleva detrás de esas cortinas carcomidas, esa llamada, que entre cruzada se perdió en el pasado.

Sus sienes plateadas adornan su vejez, peinando cada mañana, no quiere ni pensar, que el tiempo pasado no volverá aferrada al recuerdo la soledad la consume lentamente.

Los pájaros revolotean en la plaza, son los únicos que le dan compañía.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Tarde de en mi pueblo



El calor impregna cada rincón, en la tarde del mes de agosto.

Sofía sentada a la sombra del limonero se mi desnuda, se encuentra devanando un ovillo de ideas que le da vuelta en la cabeza.

En ese momento, llaman a la puerta —Abre─ y encuentra a Pruden abanicándose con el soplillo de la cocina.

Pasa, Pruden el café esta recién hecho.
─ ¡Qué elegante vienes con ese abanico!
─ Déjate de coña.
─Siéntate te pongo el café.

─ ¡Café, con este calor!
─Bueno, pues agua del pozo.
Mira Sofía, termino de echar a Manolo de casa, me ha llamado diciendo.

─Pruden, ¿quieres un trocito de salchicha?
Y le he preguntado,
─ ¿Cómo está, ya cocida o cruda?

─¡Qué cosas tienes, como va a estar!
Y lo he mandado a la porra.

Me ha echado en cara que valgo poco en la cama.

En ese momento llaman a la puerta,
─ ¿Sofía, dónde andas?─se abre la puerta─ Ah! Ya te veo.
Entra Encarna, ─Y comenta─,

─ ¿Qué hace aquí esta bruja?
Responde Pruden, ─ ¡mal empezamos!

Sofía la invita a entrar. Pasa que estamos hablando de nuestros hombres.

─ ¡Qué raro, pensaba que esta vez tocaba hablar de nosotras!
─ ¡Oh, es que somos santas!
─ No hombre no, nosotras.
─ Nosotras ´na´, somos unas ñoñas en la cama.
─ Sí, ¿pero por culpa de quién?
─ ¡Eso ahora no importa! Lo verdaderamente importante es no haber aprendido de nuestros errores.
─ Si, pero acuérdate de Juanita, esa que trabaja en casa de Doña Patro.
─ ¡Doña Patro, doña leche!
Sí esa, que conoce todas las artes de la cama.

A Juanita se le ocurrió practicar las artes, en su cama y el cerdo del marido, pensó que negociaba con doña Patro.
─ ¡Pobre Juanita!
Tomaron el agua.

─Anda echa otra roda, ─pero esa vez nada del pozo, ves a por la botella de anís que sobramos el otro día, y mientras, me acerco a por la pandilla que falta. Y terminamos como el otro día, la Lola subida en la mesa bailando.

La tarde pasa entre risas.

Pruden al llegar a casa, se paró y comprueba que hay unos escalones para entrar, qué no recordaba y pensó, ¡coño, quien habrá puesto este peldaño aquí! Esto es cosa de mi suegra, ¡Y mira si está vieja!, pero ahí sigue dando guerra desde el día de mi boda, cuando llegue a casa lo primero que vi al entrar fue una maleta en medio del comedor. Menos mal que la maleta la lleve a la hoguera, pero a ella…

Así, pasan el aburrimiento las amigas de mi pueblo.

El cine



La película se proyectaba a las nueve de la noche, allí acudían gran parte del pueblo con sus coches de caballos.

La taquillera no daba a vasto a tanto personal.
Todos querían ser los primeros, ¡y por si fuera poco!, llaga el listo y se coloca el primer, el lío se forma de manera descomunal, el portero sale para poner orden, en vez de eso, todos ellos empiezan una batalla por la lucha del primer puesto, la taquillera cierra la ventanilla de las entradas.

Se marcha para casa dejando que ellos que buscaron la pelea, la solucionen.
Buenas tardes amigos.

martes, 11 de agosto de 2020

Ella



¡Maldición! No te alces
Estás viva dentro de mí
¡No te levantes! No,
para gozar tú maldad.

Trinos cantan a son de muerte
y los muertos al llegar
con desconsuelo los posan
¿Pervertir?

¡Maldita muerte
por qué existes!
Esa lucha por llegar
a ninguna parte.

Endiablado desde el origen
ronroneas en mi mente
esa lucha por alcanzar
¡Bueno! ¡Allí, si llegaré!


Igual que una rosa marchita
yace tu cuerpo en el suelo
quién pudiera ser era
y poderlo aprehéndelo.

Noche clara vida negra
es larga la distanciar
cerca la noche y el día
ese es nuestros entonar.

La pobreza


Fue una bella mujer, su vida transcurrió entre algodones y caprichosos.
En su juventud, los amigos la adoraban. Empezó a faltar el dinero y los falsos amigos fueron desapareciendo.
Fermina, ha llegó a la vejez, y su vida transcurría en la más inmensa soledad. Cada mañana iba al mercado. Allí daba vueltas hasta que se adueñaba de alguna pieza para comer.
Siempre llevaba un bolso colgado del brazo y al menor descuido del dueño del puesto, se guardaba lo que tenía más cerca.
Una señora del mercado, la llevaba observando un tiempo, y un día se acerco, y empezó a hablar con ella.
La invitó a un café, en ese encuentro, Mercedes le reprochó su actitud y Fermina agachó la cabeza y le contó su vida.
─ ¿Ud. Sabe lo que es la pobreza?
─ ¿No, pero hay otras formas de vida?
─ ¿Dígame, cuáles?
─ ¿Por ejemplo, la familia?
─ ¡La familia, no me haga reír!, esa es la peor de todas.
─ ¡Mala experiencia ha tenido!
Por las circunstancias; ya olvidadas, hoy soy una mujer que vive de la caridad, o de adueñarme de lo que no es mío.
─ ¿Si Ud., quiere?, se viene a vivir a mí casa; eso sí, nada será gratis, tendrá que ayudar en las tareas cotidianas y ¡por supuesto, dejar de robar!
─ ¿No, no me conteste hoy?, quedamos para el lunes. Buenos días.

Joaquina Campón.

lunes, 10 de agosto de 2020

El aburrimiento XXII parte

Dando vueltas como desprenderme de las malditas monedas y no encontrar la solución, hoy he estado pensando en ir a hablar con mi amiga Sabina, su padre es el enterrador del pueblo, he pensado que en la próxima incineración voy a entrar las monedas en un ataúd y entre las cenizas desaparecerán la pesadilla que arrastro. Sabina al verme llegar me ha preguntado, ─ ¿Qué haces por aquí? ¿No es costumbre tuya el acercarte a este lugar? –Sí, es verdad, vengo a pedirte un favor, mira estas monedas me traen desgracias, unas tras otra y quiero deshacerme de ellas y, he pensado que en la próxima incineración desaparezcan, ─ ¿Y, por qué dices que están malditas? –Porque desde que están en nuestro poder las desgracias no faltan, y convirtiéndolas en cenizas desaparecerán para siempre. ─ ¿Tú sabes lo que me estás pidiendo? ─Si estas monedas las convertimos en cenizas y se esparcen por el mundo, ¿a cuántas personas, campos, animales, les va a llegar la desgracia? –Adelina no sabía que decir, solo había pensado en ella sin saber hasta dónde se extendería el mal. Adelina pide perdón a su amiga y camina sin parar hasta llegar al cortijo del tío Santiago. Sentados en el porche pasaron la tarde bebiendo agua fresca. Buenas tardes amigos.

La lluvia

La lluvia La lluvia cae lentamente para no despertar los benditos recuerdos, la mañana estaba fría, ventosa, desapacible. El agua fresca mojaba mis pies, seguí la calle Rodada hasta llegar a las afueras del pueblo. Allí, en la esquina de aquella casa, recordé los años vividos de amor y dicha al lado de Rosalía. Años de juventud en pleno y ardiente sol del verano caluroso, ese sol quemaba menos que nuestros cuerpos. Caminábamos cogidos de la cintura embelesados en nuestras miradas. ¿Dónde se fueron las noches y los días de tanta felicidad? Desde ese día voy al mismo lugar para recordar el pasado, y recordando sus besos reteniendo su sabor miel tan dulce como ella. Lo más bellos de la vivir es pasar el tiempo tejiendo los hilos, que sorteando el día a día, tengas la suerte de llegar a la vejez.

domingo, 9 de agosto de 2020

Angélica

Angélica, era una mujer adinerada, su vida transcurría en solitario, y la única ocupación que tenía era acariciar a su Caniche, de nombre Greco, eligió ese nombre para recordar a su admirado pintor. Greco, es de la raza Poodle, son perros inteligentes, juguetones, explora, husmea y reconoce su entorno, puede ver más allá de las cosas que ocurren. Angélica era una mujer muy fea, y cuando Greco pasaba a su lado, le daba coletazos, coletazos fuertes, y siempre decía. ¡Qué fea es la jodía! ¡Si no fuera por las chuletas que me da! Si los perros hablaran serian los mayores escritores del mundo, sus temas serían de lo más jugoso, y si saliesen a la luz, serian exterminados, por eso calladitos están mejor. De Angélica se puede contar de todo, era muy severa con los criados, roñosa, desordenada, y a la vez muy débil. Se ampara en los demás presumiendo de todo lo que care. A Greco le mima, dándole lo mejor. Lo llevaba de paseo al Parque del Retiro, y allí, Greco conoció a Niela una perita de su misma raza. Ella quedo preñada y al cabo de un tiempo, Niela, dejo de ir al parque, Greco buscaba sin ver a su pareja. Una tarde al terminar el paseo la divisó a lo lejos, ella caminaba y a su lado iba un caniche pequeño y él enseguida comprendió que sería de su misma sangre. Al marcharse Angélica tiraba de la correa, y Greco se resistía besando al cachorro. Esa noche se quedo en el jardín, dando vueltas en la oscuridad, llorando desconsoladamente y con sus ladridos no pudieron dormir los vecinos. Joaquina Campón.