Larga
espera
Lego, se levantó y un día más se sentó en su
silla de piedra; la que tenía reservada hacía muchos años. Esta gastada, y sus
trajes raídos ¡llevan tantos tiempos puestos!
Todos los días espera, tenía todo el tiempo
para ello.
Pasaba el personal saludando, quitándose el
sombreo. Algunos se paraban a conversar, pero la mayoría, seguía su camino, a
ninguna parte, se cruzaban. Buenas tardes, buenas tarde Ambrosio, ¿vas lejos?,
no, aquí, a la vuelta, hasta luego.
Recorriendo esas calles, vieron pasar niños,
jóvenes, y los menos dolorosos los de su edad.
Un buen día llegó una cuadrilla de operarios
del Ayuntamiento. Con ellos algunas máquinas y materiales para reponer el
deterioro de la viejas paredes.
A Lego, le alegraron las horas. Fue
preguntando entre los jóvenes, nadie le contestó.
El día siguiente la pared que estaba cerca
del banco, la echaron abajo. Quedando al descubierto gran extensión de terreno.
Al fondo la montaña iluminaba la vista de lego, esa montaña que tantas veces
recorrió a pie.
Se levanto de su silla, echando andar. Entre
las peñas y la vegetación, recordaba sus años de su niñez jugando con los
amigos del barrio. Entre esas peñas y arbustos criaron a Cansí, (el borrego que
su padre le compró) Cansí, comía las hierbas de la montaña, pero lo que más le
gustaba era la zona de trébol.
Al lado de la fuente, después de beber, se dormía
mientras Lego jugaba a las canicas con los amigos.
Lego pasó los años de la niñez, recorriendo
esos terrenos. Las peñas y los árboles era lo más atractivo.
Cuando vio la posibilidad de echar a correr
y dejar la silla, no lo pensó.
Llegando a la montaña, desde lo más alto de
ella, contempló el mundo que dejó de los vivos, de los cuales no volvió a saber
de ellos.
Desde lo más alto, ve la torre de la iglesia
en la que tantas veces tocó las campanas.
25-09-2014 Joaqui.
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