El balcón
Como
cambia la vida. Cuando podías disfrutar
de ese espacio de la casa. La cornisa, no tenía barandilla. ¡Cómo te gustaba
salir en verano!, a tomar el fresco, y en invierno, en las horas de sol del
medio día, disfrutaba sentada en tu silla baja, claro que te quejabas porque en
esta calle es muy solitaria.
Estabas
acostumbrada a la casa antigua, allí los vecinos eran la alegría del barrio. No
pasaban los días sin buscarse e interesarse por los mayores. Se acercaban a sus
casas, pasa saber si estaban bien de salud, o necesitaban algo. Ayudando en lo
que podían, o comprando los alimentos de primera necesidad que ellos
necesitaban.
Hoy, en el
barrio nuevo, llevamos viviendo treinta años, y todavía algunos, no conocemos
sus caras. No es que nos interese una cara nueva, pero los barrios de antes
tenían solera, calor, cariño y humanidad. Esto hoy está perdido, solo tenemos
los barrios para presumir. ¡Y no sé de qué! Todos traban para poder vivir.
Fíjate si el antiguo barrio era bueno, los
vecinos que quedan, que son pocos, están pensando en marcharse. Uno de ellos,
ha cogido una depresión, dice que ahora le toca coger el camino, el camino sin
vuelta. Tiene miedo, ¡no es para menos!
Los nuevos, no se comunican con nadie, y los
viejos, no entienden la poca comunicación entre las personas que viven tan
cerca.
La vida de
hoy cada uno va a lo suyo y no tienen en cuenta, si la vecina está bien, o
simplemente quiere un rato de compañía. Los jóvenes, por descontado, no quieren
saber nada la gente mayor.
¡Como es
la vida!, ahora la baranda de la cornisa está puesta, pero sola,
con la compañía que tú le podías dar.
26-09-2014, Joaqui.
No hay comentarios:
Publicar un comentario