jueves, 16 de octubre de 2014

El balcón



El balcón
Como cambia la vida.  Cuando podías disfrutar de ese espacio de la casa. La cornisa, no tenía barandilla. ¡Cómo te gustaba salir en verano!, a tomar el fresco, y en invierno, en las horas de sol del medio día, disfrutaba sentada en tu silla baja, claro que te quejabas porque en esta calle es muy solitaria.
         
Estabas acostumbrada a la casa antigua, allí los vecinos eran la alegría del barrio. No pasaban los días sin buscarse e interesarse por los mayores. Se acercaban a sus casas, pasa saber si estaban bien de salud, o necesitaban algo. Ayudando en lo que podían, o comprando los alimentos de primera necesidad que ellos necesitaban.
Hoy, en el barrio nuevo, llevamos viviendo treinta años, y todavía algunos, no conocemos sus caras. No es que nos interese una cara nueva, pero los barrios de antes tenían solera, calor, cariño y humanidad. Esto hoy está perdido, solo tenemos los barrios para presumir. ¡Y no sé de qué! Todos traban para poder vivir.
 Fíjate si el antiguo barrio era bueno, los vecinos que quedan, que son pocos, están pensando en marcharse. Uno de ellos, ha cogido una depresión, dice que ahora le toca coger el camino, el camino sin vuelta. Tiene miedo, ¡no es para menos!
 Los nuevos, no se comunican con nadie, y los viejos, no entienden la poca comunicación entre las personas que viven tan cerca.
La vida de hoy cada uno va a lo suyo y no tienen en cuenta, si la vecina está bien, o simplemente quiere un rato de compañía. Los jóvenes, por descontado, no quieren saber nada la gente mayor.

¡Como es la vida!, ahora la baranda de la cornisa está puesta, pero sola, con la compañía que tú le podías dar.
                                                                     26-09-2014, Joaqui.

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