El conejo
Antonia estaba sentada en
el poyo de la casa Miguel apareció lento y misterioso, dando señas de que
Antonia no levantara la voz, ¿qué pasa, le dijo bajo? Toma este conejo,
cuando puedas lo preparas con tomate, ya sabes que a Costa le gustan así. Guisa
como tú sabes, y esta noche venimos a cenar. ¿Pero, no le digas que lo he traído
yo?, vale, bueno, ¡que misterioso estás esta mañana!
A la noche me acerco a por
padres y nos comemos entre todos la carne.
A, di le a Juan que yo
traigo el pan de la tahona.
Llegó la noche y unida toda
la familia, comieron el conejo con tomate. Miguel miraba a Antonia y Juan,
siempre sonrientes. En sus miradas había algo de misterios.
De vez en cuando preguntaban,
¿Cómo está la carne? Todos contestaban. Muy buena, como siempre.
La pena es que no se pueda
comer más veces, porque siempre que cazáis algo, se vende para comprar otros
alimentos.
Juan y Miguel se miraban en
silencio, sonrientes y misteriosos. Eran cómplices de tan agradable cena.
3-09-2014
Joaqui.
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