miércoles, 29 de mayo de 2019

Adela



Adela era una chica del pueblo de Cabroncino (Cáceres) allí ayudando en las tareas del campo desarrolló gran parte de su vida. Un día su prima Filomena fue a pasar unos días al pueblo, como buenas familias y amigas pasaron el tiempo recordando los años de su infancia los campos y su entorno donde pasean en armonía.
Filomena hablando con Adela intentaba llevarla con ella a la ciudad, le pintó tan bonito el porvenir que pasado unos días se marcharon.
Los primeros días estuvo en una pensión pero el dinero escaseaba y se colocó como sirvienta en casa de unos parientes de los señores de Filomena.
Ganaba veinticinco pesetas al mes, comida y un uniforme al año. Adela pensaba que era poco dinero para ahorrar y el futuro lo veía lejísimo. Los fines de semanas se reunía con Filomena y dando vueltas por el parque observaba que un chico las seguía, pero su aspecto no era muy atractivo era feo, bajo y bizco. Adela no veía nada positivo en él. Pero una tarde se acercó y saludando con exquisitos modales comprobó que todo lo malo que veía en él se olvidaba.
Fueron pasando los días y el ama cada día le exigía más. La señora la obligaba pintar todas las tardes el frontal del fogón de la cocina, la señora presumía de limpia a costa de los criados. Con la plancha era de lo más exagerado, tenían que estar dos horas con una camisa y aún así, las remataba ella.
Un día Adela harta de esa cuestión en la mejor camisa del señorito le plantó la plancha dejando esta con la marca del quemado.
La señora al ver la camisa le dio un patatús y le duro tres días el enfado. Desde ese día se encargó ella de las camisas.
Pasando el tiempo y viendo que su vida sería peor que en el pueblo decida casarse con Evaristo. Cuando estaba con él no podía mirarle de frente se limitaba a escuchar su voz que era lo que ella admiraba.
Cada uno llevaba sus obligaciones él, con su trabajo de zapatero remendón y ella con la casa.
Evaristo cuando volvía del trabajo Adela le obligaba a lavarse, decía que olía mucho a betún. Evaristo se quejaba y decía; Me vas a gastar con tanta agua.
Un hermoso día vino al mundo su primer hijo fue muy esperado. El día del nacimiento Adela rezaba para que no se pareciera a su padre, pero no le valió, el chaval era idéntico a Evaristo. Evaristo lloraba de alegría Adela no quería ni darle el pecho. Fueron pasando los días y Adela no se recuperaba y una mañana cuando Evaristo se marchó al trabajo se marchó al pueblo de donde nunca debió de salir.

Buenas tardes amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario