Son
largos y aburridos; Para mí. Cuando era joven siempre disfruté de ese bullicio,
las casetas, el vaso de vino del Maño; con el barquillo, los churros y se me
daba bien tirar con aquellas escopetas que tenías que buscar el objetivo antes
de disparar. Lo tenían trucado y te las tenías que ingeniar antes de efectuar
al disparo. Me engañaban pocas veces y rara vez no daba en el blanco. La
cara del dueño de la caseta era mejor no mirarla. De allí te venías con algún
peluche y llena de tierra. Una de las atracciones más demandadas fueron los
espejos, ¡Cómo nos divertían los modelos que en ellos se reflejaban! ¡Ahora,
las ferias no sé como son! ¡Llevo tantos años sin entrar en ella que las tengo
olvidada! Creo que la última vez ¡Hace unos veintitantos años. Una pandilla del
barrio de la Zambomba nos fuimos a comer. Cantamos, comimos y terminada la
fiesta, ¡hala! cada uno a su casa. Fue la última que cantamos en grupo. Se fue
deshaciendo el círculo de las divertidas y quedaron las aburridas que solo
saben beber; Añoranza de los años pasados.
Ahora,
la vida de los mayores es tan sedentaria ¡y, con toda la razón! Nuestro equilibrio
no está para esos trotes.
Queremos
vivir y el presente meditando te recuerda que cada tiempo tiene su encanto. Ahora
nos quedan los libros, el ordenador y las reuniones de amigas que seguimos manteniendo
semanalmente.
Buenas tardes
amigos.