Días buenos
Hoy es uno de ellos. Estamos el matrimonio
sentados alrededor de la mesa; cada uno a lo suyo. Él lee un libro de María
Dueña, (entre costura) Yo, unas veces leo, otras escribo.
Después de cincuenta años casados, pocos son
los que se libran sin una pelea. Y la mayoría de las veces, es por verdaderas
tonterías. Casi siempre, es por no enterarnos de lo que decimos. El oído falla,
y la paciencia, también.
Tenemos la costumbre de disparar, en vez se preguntar
¿Qué has dicho? Si hiciésemos esto cada vez que no escuchamos, nos evitaríamos los
disgustos que ello nos trae.
Días de silencio, malas caras, y el malestar
hasta la recuperación normal.
Esto se piensa en frío, cuando discutimos
por cualquier tema, ahí, no preguntamos ni razonamos; todo son voces y acabamos
preguntando.
¿Por
qué estamos dando voces?
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