sábado, 14 de septiembre de 2019

El aburrimiento XXIV




El fin de semana quedé con Maruja para ver si conseguía hablar con Sebastián –primo de mí supuesta madre –al llegar nos alojamos en el Hotel Hospedería Puente de Alconétar. Pasamos la noche y la mañana siguiente no sabía si decirle la verdad o indagar por mi cuenta, me perdí de Maruja y con la información de "Dolores  hermana de mi supuesta madre" intenté encontrar a Sebastián, no tuve suerte se había marchado a una finca a comprar ganado, su esposa me comenta que volverá por la tarde. Volviendo al hotel me encuentro con Maruja sentada en una terraza con Evaristo y Samuel. Maruja era de las que saben aprovechar los buenos ratos acompañada.

Con ellos al lado poco podía hacer del asunto a tratar me tenía que olvidar y vivir la vida con ellos.

Nos fuimos  Al bar de Emeterio, Emeterio había trabajado en la estación de Atocha en Madrid y al llegar al pueblo echaba de menos su vivida laboral y representó en los alrededores del bar las vías y el entornos para disfrutar y recordar los viejos tiempos. Allí sentada en los bancos de la estación vi como mi vida se iba marchando por el carril equivocado. Sentada al lado de los amigos y mi pensamiento buscando ¡Qué busco en esta vida! Ella no me lleva a lugares donde asentar mi cuerpo, solo pasa como el tren recorriendo caminos sin llegar a ninguna parte. La tristeza se reflejaba en el ánimo. Tantos asuntos sin resolver y sin saber de dónde vengo, claro que tantos años pensando en mis raíces y de pronto me encuentro en un desierto sin ninguna luz solamente con un puñado de cartas con respuestas a medio explicar, escritas de los antepasados que vagamente recuerdo.

Evaristo me cogió la mano y dándome ánimos dijo, ¿venga esa cara hay que cambiarla por la de la chica que conocí hace unos meses?

Le seguí y la piscina nos devolvió la alegría que faltaba.
Buenas tardes amigos

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