viernes, 20 de septiembre de 2019

El aburrimiento XXXII





A sola en el desván siempre buscaba las cartas para encontrar la solución a los problemas surgidos desde el robo de las monedas. El de las monedas lo tenía solucionado entregando estas al Monasterio de Guadalupe, pero en las cartas había muchos asuntos que tratar: El busto del tío Arturo, las cartas del espejo, y terminar de leer las parecencias de mis hermanas, esto me llevaría mucho tiempo y solo conseguí conocer la de mi hermana Gabina; la mayor. Las otras cartas estaban ilegibles y no sería posible encontrar las familias.
La carta número seis era la que correspondía a mi edad  las hojas estaban deterioradas pero conseguí encontrar a familiares de mi supuesta madre. Pude conectarme con Dolores hermana de mi madre, ella me puso en contacto con un primo suyo que a su vez trabajaron juntos en Madrid.
Según Sebastián, que con él tuve contacto en el pueblo y conseguí me diera el número del amigo de Isabel.
Cuando Isabel trabajaba en Madrid. Rosendo era compañero de trabajo y su novia y futura esposa Lola, ellos salían de paseo, al cine, en fin su amistad fue duradera.

Adelina se puso en contacto telefónico con Rosendo, Rosendo era muy mayor y no se entendía por teléfono, Adelina decide ir a Madrid para hablar con él.

Adelina puso rombo a Madrid, hospedándose  en el Hotel El Mirador Puerta del Sol, desde el balcón se veía el reloj de la plaza.
Por la noche anduve recorriendo esa zona tan maravillosa de Madrid, sus gentes animan con los grupos  de cantos que se forman alrededor de ella, allí las movidas son cuantiosas.
La mañana siguiente llamé a Rosendo, Rosendo no cogía el teléfono, anduve callejeando parte de la mañana y a medio día volví a llamar, esta vez me cogió el teléfono una persona que dijo llamarse Juan, el hijo de Rosendo, A Juan le comente el motivo y la necesidad de hablar con su padre y Juan me dice que su padre acaba de morir y que él no sabe nada de los amigos de aquellos tiempos.

Sentí tanta decepción que no sabía si correr, o llorar. Al final después de mucho meditar volví al hotel a saldar mi cuenta para volver a casa.

Buenas tardes amigos.

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