No sé cómo empezó
ese viaje tan penoso para mi madre pero, ahí estaba delante de sus hijas. El trayecto
era corto Antonia no quiso montar en el coche, prefería ir andando ella estaba muy
enfadada. Se dirigió al lugar a paso ligero y antes de que llegásemos estaba mirando
lo que quedaba de su casa. Plantada delante de lo que quedaba de su hogar. Parecía
una sombra con su atuendo todo de negro y su mantón arropando su rostro para que
no viésemos sus lágrimas. Delante de las ruinas miraba las piedras y ladrillos todos
hechos pedazos amontonados en el suelo.
Un montón de ladrillos
que apilados consiguieron estar unidos se sentó para sentir más de cerca su tesoro.
Nosotras dábamos vueltas
sobre los mismos pasos.
Después de mucho esperar
apareció Damián; el comprador de dichas ruinas.
Antonia se puso de
pie y saludando dijo; bueno terminemos cuanto antes. Hicieron el ajuste del dinero
se saludaron y Mamá se marchó llorando.
Buenas tardes amigos.
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