jueves, 7 de febrero de 2019

El frio de la noche




El pueblo recogido en sus hogares el silencio se adueña del entorno familiar.
Pasan las horas unos leen otros rezan y los más jóvenes juegan con sus hermanos.
Puesta la cena en la mesa todos alrededor esperando el plato de sopa. El silencio impone respeto y recogimiento. Casi terminada la cena en la calle se escucha el repiqueteo de un tambor, un tambor que se va acercando cada vez más. Mis padres pidieron silencio y mamá apago la luz. Ese ruido atemorizaba. Papá se acercó sigiloso a la ventana y nos mandaba callar. El sonido indicaba que estaba cerca, papá nos miraba asombrado porque comentaba que no se veía a nadie. Solo se veía la luz que entraba por la rendija de la ventana
Empezaron a sonar varios repiqueteos en distintos tiempos, cada vez eran más los agregados a la comitiva pero los personajes no iban por el suelo ellos andaban por las paredes. A la vez sus cuerpos peludos recorrían los caminos del pueblo.
La banda se fue formando hasta llenar la calle pero sus cuerpos estaban dentro de una piel de cordero y colgado del cuello llevaban el tambor, tambor grande que tocaban sin parar.
Así estuvieron unas horas tocando y amedrentando al pueblo, pasado ese tiempo empezaron a marcharse. El sonido de los tambores se  fue apagando en el silencio de la noche.

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