El pueblo recogido
en sus hogares el silencio se adueña del entorno familiar.
Pasan las horas
unos leen otros rezan y los más jóvenes juegan con sus hermanos.
Puesta la cena en
la mesa todos alrededor esperando el plato de sopa. El silencio impone respeto
y recogimiento. Casi terminada la cena en la calle se escucha el repiqueteo de
un tambor, un tambor que se va acercando cada vez más. Mis padres pidieron silencio
y mamá apago la luz. Ese ruido atemorizaba. Papá se
acercó sigiloso a la ventana y nos mandaba callar. El sonido indicaba que
estaba cerca, papá nos miraba asombrado porque comentaba que no se veía a
nadie. Solo se veía la luz que entraba por la rendija de la ventana
Empezaron a sonar
varios repiqueteos en distintos tiempos, cada vez eran más los agregados a la
comitiva pero los personajes no iban por el suelo ellos andaban por las paredes.
A la vez sus cuerpos peludos recorrían los caminos del pueblo.
La banda se fue
formando hasta llenar la calle pero sus cuerpos estaban dentro de una piel de
cordero y colgado del cuello llevaban el tambor, tambor grande que tocaban sin
parar.
Así estuvieron unas
horas tocando y amedrentando al pueblo, pasado ese tiempo empezaron a marcharse.
El sonido de los tambores se fue apagando
en el silencio de la noche.
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