En una ocasión en los años
cincuenta y cinco. Me invitaron a una boda. Pueblo con encanto. Llano, cómodo y
con gran extensión de terreno para disfrute de la naturaleza.
En dichos años los jóvenes en sus
casas no sobraba mucho que comer. En la boda saciarían el hambre atrasada. Las
fuentes de comida eran en común. Y ni que decir tiene en la fuente, el que más
veces entrase la cuchara, más comía.
Uno de los chicos viendo que le
restaban su ración. No hizo otra cosa que quitarse el calcetín y ponerlo dentro
de la fuente. Esto horrorizó a gran parte de los comensales. Pero el hambre fue
más fuerte. Y varios jóvenes siguieron como si no hubiera pasado nada.
24-07-2013 Joaquina.
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