viernes, 22 de diciembre de 2017

Hay días malos




Días malos para la salud, para sonreír. Guardar aún que solo sean sonrisas, porque no solo se guardan dinero o cosas materiales.
Lo bonito de guardar es ver cuando abres el fichero de tu mente observas que todo está intacto.
Lo años han pasado para esos recuerdos, pero todo sigue ahí donde los dejaste. Al sacarlo observa los colores y la luz de entonces.
Ejemplo: Recuerdo en mis años de juventud estrené uno de los vestidos más bonito que lucio mi cuerpo, ¡qué por cierto no era mío! Me duró lo que tardé en llegar a casa. Mi hermana me estaba esperando para recuperarlo. Y la verdad no sé qué fue de él, nunca se lo vi puesto.
Era color Verde Soraya, tela de Raso. Talle ajustado, falda con tablas, cinturón con hebilla. Sin mangas y cuello grande como una pañoleta que tapaba los hombros.
Abotonado en la espalda, ristra de botones pequeños,-forrados de la misma tela -los ojales hechos de la misma tela, con una cinta estrecha.
Cuando vuelves atrás y rebusco, mejor dicho, eso no se busca sale de vez en cuando. En esos momentos de sosiego, contigo misma, esos momentos que tu mente necesita encontrar algo para disfrutar del pasado, y encuentras tantas cosas bonitas. En los años de juventud, se tienen pocos rencores, ni de familias  ni de falta de dinero, ni de amores.
Pues toda vía no se había llegado. Por ello todo era bonito.
Ahora solo se encuentran disgusto en el camino recorrido. Ni que decir tiene que han pasado cosas muy digna de mención. Tener una familia y estar orgullosa de ellos. Pero todo no es de color de rosa. La vejez está a punto de ponerte un escalón más, un escalón el que quizás no puedas subir y con ello, los recuerdos se borraran, entrando en el presente, que viviremos con mayor o menor agrado. Ahí estaremos hasta que Dios quiera.  
                                                                      17-07-2013,                      Joaquina.

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