Un día que estaba cavando en medio de la calle para
entrar los tubos de saneamiento, al cavar se encontró con un profundo hueco de
grandes dimensiones. Llamó a los demás vecinos.
–que también, estaban
haciendo las casas- y comprobaron que dentro de la oquedad cabrían cuatro o,
cinco personas. Era una vasija de barro cocido. Hoy se hubiera indagado un poco
de su procedencia, pero el personal lo único que buscaron fue si tenía algo
dentro. Entrando uno de los más jóvenes, y, se
olvidaron de ella. Allí estuvo mucho tiempo y nadie de esa época comprobó de
qué año seria, o cual sería su procedencia,
lo único que se les ocurrió fue romperla cada vez que le estorbaba al vecino.
Así, hasta que quedo hecha añicos. ¡Quizás! en ese olivar, habría más cosas que
hoy no se hubiesen roto, pero en aquel tiempo, nadie se preocupó de tales
hallazgos.
El olivar en
cuestión estaba cerca de la muralla de la parte antigua de Cáceres, allí
estarían asentada alguna colonia defensiva de tiempos remotos.
Los vecinos solo querían acabar sus casas. Papá siguió
con lo suyo. El trabajo que empleó en la construcción, le llevó muchos meses de
sacrificios, pero nunca se quejaba, él solo quería terminar para quitar a sus
familia de la penosa carretera. Terminada la casa, se aliviaron las largas
distancias del camino. La casa quedaba a cinco minutos del trabajo y de la
escuela de sus hijas. Así trabajó mi padre en sus años mozos, se quitó el
pellejo trabajando para sus hijas. –no sé si alguna vez, lo hemos tenido en
cuenta los sacrificios que hizo.
Malas noches, muchas horas de trabajo y ¿vivir, han
vivido? ¡Tantos pensamientos llegan a mi mente! ¿Hemos sido justos, justos? ¡Le
debemos tanto! Para mí fueron unos padres buenos y trabaja dores y en este caso
papá dio su vida por los suyos.
Perdona papá si alguna vez te eché algo en cara, en vez
de ver todo lo que tú hiciste por los tuyos.
Un fuerte abrazo de verdad, de corazón, para ti y para los otros que están contigo. 7-2-2017 Joaqui.
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