En las
noches del crudo invierno de nuestra tierra, Extremadura, eran muy penoso, ¡y no solo en
las noches!, de día era igual de malo. El camino era una carretera despoblada
sin casas ni nada en que cobijarse. Así se pasaron siete años de su vida, y
muchas veces, con los hijos a cuesta.
En los
años 1.946 la zona desde San Blas hasta pasado el Río Almonte, todo eran campos
y regatos. En invierno, era hermoso ver la lejanía, y en primavera, era
maravilloso de contemplar.
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