La frase
Corrían
los años… Siempre teníamos una oportunidad, de estar juntos, sino, la
buscábamos.
Compartíamos,
veladas, reuniones, paseos y sobre todo, comidas, cualquier escusa era buena.
Paquita,
siempre decía, ¡mira como se parecen los dos primos! Cabeza pequeñita y
¡fíjate!, las orejas son como dos gotas de agua.
Miraba a
los chicos y no entendía ese afán de que se pereciesen tanto, pero Paquita se
empeñaba, que por llevarse bien, también había que parecerse.
Teníamos
en común la familia paterna, Lola era uno de los eslabones que nos unían.
Lola vivía
con Engracia y muy cerca de Rosa, Rosa,
abuela de mis Hijos.
Lola y
Engracia estaban las dos solteras, trabajaron toda la vida y disfrutaron de una
vejez digna.
Rosa
casada y con hijos. Rosa siempre ha tenido que llevar la carga de los hijos y a
la vez, la de las hermanas solteras y vivir con ellas.
Pasaban
los años y la convivencia con Engracia era la más complicada, ella era muy
directa y no reparaba nunca cuando tenía que decir algo, le faltaba un poquito
de delicadeza y no buscaba el momento
más adecuado.
Por ello
siempre le decían que no estaba bien de la cabeza, y no era bien recibida en
los círculos de Paquita.
Todo casi,
perfecto, en muchos años de convivencia.
Para
desgracia de muchos, Engracia falleció una noche de un infarto.
Nuestras
luchas tuvimos en esos momentos, ella siempre nos advirtió que sus juegos de sábanas, se las pusiéramos
de almohada dentro de la caja.
Allí,
empezó la carrera por la separación de
la familia, ¡Con lo bien que nos llevábamos!
El grupo
de paquita, intentó llorar más que los otros ¡Pero lo que es la vida! Engracia
desde su lecho de muerte habló alto y claro, ¡de mí os habéis reído y nunca
tuvisteis un solo día de invitarme ni, a un café! Solo encontré cariño al lado
de mi hermana Rosa, y por ello le dejo todo lo que acumulé en los años de
trabajo.
¡Amigos!
Aquí empiezan a separarse hasta los parecidos.
Abierto el
testamento rosa da las gracias a su hermana.
A los
pocos días se presentan en casa de Lola, el grupo de Paquita a pedir
explicaciones de dicho reparto.
Lola no
puede decir nada, solo que esa fue su voluntad.
No
conforme con esto, se atreven a peguntar
por el testamento de Lola, Lola se queda sin palabras, pero es fuerte e
intenta aplacar las cosas. Contestando, Mirad he intentado Hacer las cosas lo
mejor que sé, y mi decisión es la siguiente.
Le dejo a
mi hermana los pisos y parte del dinero, y a vosotros, esta otra parte.
Faltó poco
para llegar a las manos, y ese mismo día querían ir al notario a cambiarlo
dicho testamento.
Lola no se
dejo intimidar, salieron de su casa enfurecidos y dando puños a las puertas. El
enfado era tal que empezó a enfriase todo, ya no es que no se parezcan, ya no
somos ni primos.
Engracia
no les perdonó que nunca tuvieran un detalle con ella, cuándo venían a ver a
Lola siempre le traían algún dulce.
Siempre se lo entregaban a Lola, aunque
estuviera ella delante. Engracia se daba cuenta que a ella no venían a verla y
frunciendo el entrecejo, con la cabeza decía, esto no es para mí.
En ese
momento no decía nada pero las guardo todas para el momento apropiado.
Lola no
volvió a recibir visitas de dichos familiares, ¡y mira que estuvo enferma y con
un brazo en cabestrillo muchos meses! pero ni por eso. Lola sufrió mucho por
ello en el fondo habían sido muchos años de convivencia, era una persona que
nunca le hizo mal a nadie, al contrario, era el banco de toda la familia.
Cuando necesitaban algo, allí estaba Lola con el bolso abierto.
Solo el
entorno de su hermana Rosa, la acompañó hasta el día de su marcha final.
La tierra
que todos pisaron se volvió polvo, dónde se vieron envueltos en la vejez,
desapareció como él, sin dejar rastro.
La frase:
Madre, que bien se llevan esos primos ó
hermanos. Contestación de la madre.
¿Han
partido?..
08/05/2016. Joaqui