viernes, 26 de junio de 2020

La puerta del misterio





Siete de la mañana Juan puso rumbo al centro de trabajo, iba tan preocupado y sentía una opresión en todo su cuerpo. Al llegar al colegio, miró, y al no ver a nadie, se paró en la puerta del despacho de la directora, a  mirar por la cerradura para comprobar que nos había nadie dentro.

Estaba tan embebido mirando, que no escuchó unos pasos que se acercaban. En ese momento le pusieron una mano encima del hombro, y al mirar se encuentra a la directora junto a él.
        ─ ¿Qué hace Ud., aquí?
          dentro de una hora, le espero en el despacho.
        ─ ¿Me puede explicar qué hacia mirando por la cerradura?
          ¿Ha sido un momento de confusión, no volverá a ocurrir, lo siento?
             
        ─Márchese, hablaremos más adelante
Al final el día cuando se habían marchado el personal, volvió al despacho en busca de su carpeta y esta vez fue por la puerta trasera, ¡allí no lo vería nadie! Antes de entrar, miro por la cerradura, y allí estaban la directora y el secretario.
Juan se puso a escuchar, y la conversación giraba sobre el libro viejo. La directora y el secretario pretendían vender la institución, pero necesitaban el contenido del libro y para verlo se necesitaba la llave, ¡qué años llevaban buscando!

Él recuerda, que cuando se instalo el despacho de la directora, la mesa de tenía una forma especial. Y en el fondo de la mesa, se encontraban unos cajones y sus puertas eran cabezas de animales.

Cuando el vigilante estaba dormido, fue al despacho y buscó  debajo de la mesa.
Le llamó la atención la figura del león.
Puso los dedos en los ojos  del león y la tapa se abrió.
Sus nervios a flor de piel, introdujo la mano y sacó un pergamino enrollado y la llave sujeta a una cuerda. Lo cogió, sin olvidarse del libro.

En eso momento se oyeron unos pasos, era el vigilante. Se escondió detrás de las cortinas y al desaparecer, salió echando chispa.

Al llegar a casa puso la llave y se abrió el libro, Juan, vió unos pergaminos.
Los cogió y empieza a leer.

Estas institución le pertenecen de por vida, a los niños que la integran, no se venderá bajo ningún pretexto.
El último pergamino escrito en letra roja decía.
Siempre habrá niños pobres que lo necesiten.
Si esto no se cumple, caerá sobre quien lo vendiere, la maldición del león y los comerá vivos.

                                                      Historias de Cornejo.

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