Adela, se sienta en el
comedor, detrás de las puertas del balcón. Observa que, en la calle, frente a
casa, hay un coche aparcado, con una persona dentro. Le llama la atención que
su mirada se dirige hacia donde ella se encuentra.
De pronto reconoce a Javier y
su corazón late fuertemente.
Le ve envejecido, su pelo
plateado.
Ha pasado mucho tiempo desde
que sus cuerpos recorrieron el salón de baile. Cuando de pronto, la luminosidad
de la mañana se marchó. Vinieron las tinieblas punzantes y las noches amargas
de soledad.
Tuvo que retroceder y empezar
de nuevo.
─ Hasta mañana.
Fueron sus últimas
palabras, que bullen en su mente triste y sombría.
¡Es tarde! ¡Desde aquel
encuentro ha sufrido tanto! Su vida ha girado en torno a la espera.
El fuego está hecho cenizas,
las que no quiere remover.
Joaquina Campón.
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