Elvira vive en un palacete. Un buen día decide buscar esposo.
Va camino hacia el pueblo y se encuentra
con un vecino.
─ ¿Adolfo, le
invito a pasar unos días en mí palacio? Deseo casarme y sería bueno conocernos.
─ ¿Veo este
asunto un poco raro? Pero iré.
─ ¿Cuándo desea que vaya?
─Mañana día
treinta de Noviembre, ─ ¿le parece bien?
─ Sí.
El treinta de noviembre se produce el encuentro.
─ ¿Cuál es el
trato; para la boda; claro?
Tiene que pasar unas pruebas. Mañana saldrá para el Pico
Asiático, hacía el castillo donde vive
la bruja Espinosa, ella es la que tiene más poder que todas las brujas juntas. Tiene que ir y
hacerse amiga suya, con el fin de coger la llave mágica.
─ ¿Cuántos
días tengo?
─ Pocos, a
ella le gustan los hombres y cuando le vea, querrá tenerlo para ella sola.
Puesto en camino y después de unas semanas se encuentra delante
del castillo. Un sirviente lo lleva en presencia de la bruja.
Espinosa está en una
sala espaciosa con una chimenea preparando sus pócimas.
Adolfo es un hombre muy atractivo y Espinosa, lo contempla de
muy buen agrado.
─ ¿Qué hace
una persona como Ud. por estas lejanas
tierras?
─ ¿He salido a cazar
con el Emperador Carlos V?, y me he extraviado.
La astuta de la bruja, duda de sus palabras. Pero el deseo
de estar al lado de un hombre guapo es mayor. Consigue envolverlo en una nube y
en ella, vuelan, por el aire, dando
vueltas al castillo. Adolfo está atónito entre tanta maravilla.
Pasan la velada entre la cena y risas. Y le da bebe del
caldo; que ella tiene para estas ocasiones, y al quedarse dormido le arranca
unos pelos de la cabeza.
Que, Espinosa examina lo que le dice su bola mágica, ella siempre le
cuenta la verdad, y se enfurece tanto
que lo despierta.
Le
había creído, pero me ha mentido, por ello, desde hoy dormirás el sueño eterno,
sentado en el principio de la balaustrada, le convertiré en la figura de piedra
más bella del castillo.
Cuando pase, mis caricias le arán soñar.
Joaquina Campón.
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