jueves, 25 de junio de 2020

Elvira




Elvira vive en un palacete. Un buen día decide buscar esposo.  Va camino hacia el pueblo y se encuentra con un vecino.
       ─ ¿Adolfo, le invito a pasar unos días en mí palacio? Deseo casarme y sería bueno conocernos.
      ─ ¿Veo este asunto un poco raro? Pero iré.
       ─ ¿Cuándo desea que vaya?
       ─Mañana día treinta de Noviembre, ─ ¿le parece bien?
      ─ Sí.
El treinta de noviembre  se produce el encuentro. 
         ─ ¿Cuál es el trato; para la boda; claro?
Tiene que pasar unas pruebas. Mañana saldrá para el Pico Asiático,  hacía el castillo donde vive la bruja Espinosa, ella es la que tiene más poder que  todas las brujas juntas. Tiene que ir y hacerse amiga suya, con el fin de coger  la llave mágica.
        ─ ¿Cuántos días tengo?
        ─ Pocos, a ella le gustan los hombres y cuando le vea, querrá tenerlo para ella sola.
Puesto en camino y después de unas semanas se encuentra delante del castillo. Un sirviente lo lleva en presencia de la bruja.
Espinosa está  en una sala espaciosa con una chimenea preparando sus pócimas.
Adolfo es un hombre muy atractivo y Espinosa, lo contempla de muy buen agrado.
       ─ ¿Qué hace una  persona como Ud. por estas lejanas tierras?
     ─ ¿He salido a cazar con el Emperador Carlos V?, y me he extraviado.
La astuta de la bruja, duda de sus palabras. Pero el deseo de estar al lado de un hombre guapo es mayor. Consigue envolverlo en una nube y en ella, vuelan,  por el aire, dando vueltas al castillo. Adolfo está atónito entre tanta maravilla.   
Pasan la velada entre la cena y risas. Y le da bebe del caldo; que ella tiene para estas ocasiones, y al quedarse dormido le arranca unos pelos de la cabeza.
Que, Espinosa examina  lo que le dice su bola mágica, ella siempre le cuenta la verdad, y  se enfurece tanto que lo despierta.
       Le había creído, pero me ha mentido, por ello, desde hoy dormirás el sueño eterno, sentado en el principio de la balaustrada, le convertiré en la figura de piedra más bella del castillo.
Cuando pase, mis caricias le arán soñar.

                                                     Joaquina Campón.



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