Siete de la mañana Juan puso rumbo al centro de trabajo,
iba tan preocupado que sentía una opresión en todo su cuerpo. Al llegar al
colegio, miró, y al no ver a nadie, se paró en la puerta del despacho de la
directora, y mirar por la cerradura para
comprobar que nos había nadie dentro.
Estaba tan embebido, que no escuchó unos pasos que se
acercaban. En ese momento le ponen una mano encima del hombro, y al mirar se
encuentra a la directora junto a él.
─ ¿Qué hace
Ud., aquí?
─ dentro de una hora, le espero en el despacho.
─ ¿Me puede
explicar qué hacia mirando por la cerradura?
─ ¿Ha sido un momento de confusión, no volverá
a ocurrir, lo siento?
─Márchese,
hablaremos más adelante
Al final el día cuando se habían marchado el personal,
volvió al despacho en busca de su carpeta y esta vez fue por la puerta trasera,
¡allí no lo vería nadie! Antes de entrar, miro por la cerradura, y allí estaban
la directora y el secretario.
Juan escuchaba, y la conversación giraba sobre
el libro viejo. La directora y el secretario pretendían vender la institución,
pero necesitaban el contenido del libro y para verlo se necesitaba la llave,
¡qué años llevaban buscando!
Él recuerda, que cuando se instalo el despacho de la
directora, la mesa de tenía una forma especial. Y en el fondo de la mesa, se
encontraban unos cajones y sus puertas eran cabezas de animales.
Cuando el vigilante estaba dormido, fue al despacho y
buscó debajo de la mesa.
Le llamó la atención la figura del león.
Poniendo los dedos en los ojos del león la tapa se abrie.
Sus nervios a flor de piel, introduce la mano y sacó un
pergamino enrollado y la llave sujeta a una cuerda. Lo cogió, sin olvidarse del
libro.
En eso momento se oyen unos pasos, era el vigilante. Se
esconde detrás de las cortinas y al desaparecer, sale echando chispa.
Al llegar a casa pone la llave y se abre el libro, Juan,
ve unos pergaminos y empieza a leer y en ella decía.
Estas institución le pertenecen de por vida, a los niños
que la integran, no se venderá bajo ningún pretexto.
El último pergamino escrito en letra roja decía.
Siempre habrá niños pobres que lo necesiten.
Si esto no se cumple, caerá sobre quien lo vendiere, la
maldición del león y los comerá vivos.
Historias de Cornajo
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