Se oyeron unos ruidos
extraños, me desperté. Intentaba averiguar de dónde venían, pero mi oído no es
muy fino y no era capaz de saber con exactitud. Me levanté y empecé por comprobar
los grifos, allí no había nada. Fui al comedor y allí encontré sentado en el sillón
favorito de mi esposo al Capitán Trueno y su compañera Sigrid. Me extrañó pero considerándome una privilegiada
encendí la luz y empecé a dialogar con ellos. Les ofrecí un café y unas pastas,
pero no me entendían. Al final les puse el café.
Estaba tan emocionada que decidí
pedirle ayuda para que interviniesen en todos los problemas que nos están ocasionando
los políticos de turno.
Yo les contaba el ansia que
demuestran en sentarse en el sillón del trono sin hacer nada por el pueblo que en
definitiva es el único sacrificado.
Sigrid empezó a animar a su
novio y le pedía que quite del medio toda esta basura y que él dirija esta nave
hasta que aparezca alguien capaz de dirigir este país con honradez y sin ansias
partidistas.
Historias de Cornejo. 30-5-2018
Joaqui.
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