sábado, 30 de julio de 2016

Cuarenta y nueve años



Cuarenta y nueve años
Con el llevamos recorriendo el peregrinar del matrimonio.
Después de cuarenta y nueve años, no podemos quejarnos, hemos salido de la juventud, de las obligaciones del trabajo, cuidar a los hijos, nietos, y estamos en esa etapa que tu tiempo es solo tuyo, y puedes hacer e ir donde quieras.
Lo que es la vida, ahora que puedes, no te mueves de casa. Cuando no hace  calor, hace frío, y siempre tenemos pegas para salir.
Recuerdos de la boda, muchos y buenos. Ese día, como manda San Julio, hacía un calor asfixiante, pero no importaba.
Los doscientos invitados, comieron y bebieron por noventa y cinco pesetas, sí, sí, noventa y cinco pesetas que costó el cubierto. Casi medio céntimo de euro hoy.
Y era muy bueno.
Cuando contamos las ganancias fueron tan buenas y nos sobró para ir de viaje.
         llegamos a Mataró,- casa de mi hermana María- María era muy amante de sus familias, y nos acogió con mucho cariño.
Entre otras familias, estaba la que sería mi futura cuñada._ Hoy casada con un hermano de mi recién estrenado esposo.
Un día su madre nos invitó a comer, allí llegamos a la hora acordada.
Cada familia tiene sus costumbres y esta era especial. Estuvimos esperando que llegasen los familiares -hermanos de Ana, mi cuñada-, pero estos fueron llegando poco, a poco, y conforme llegaban, iban llenándose sus platos, sin esperar a nadie. Mi esposo y  yo, en la cocina, viendo el movimiento que había en la famosa olla. Pensaba, estos “¿?” no, nos dejan ni un garbanzo. Como así fue. Ellos eran ocho hermanos, las novias, los novios, las tías y ¡no sé quien más pasó por ese famoso puchero!..
Nosotros teníamos que esperar que Ana y mi cuñado, que saliesen del trabajo. Y claro, no era cosa de que nos sirviéramos nosotros. Y entre otras cosas, nadie nos puso de comer. Pero veíamos que los garbanzos iban desapareciendo.
Así fue, cuando llegó la hora, la olla estaba con un poco de  caldo.
La Pepa –madre de Ana- terminó haciendo unos huevos fritos.
Muchas anécdotas.
Hemos llegado hasta aquí, con buena salud y muy contentos con nuestros hijos y nietos.
Salud para recorrer el tiempo que nos falte.
En Cáceres a 30- 7-2016   Joaqui.

viernes, 29 de julio de 2016

Las cascadas





Las Cascadas
Carcajadas del agua cayendo en el arroyo.
 Su mágico sonido atrapa a quien lo oye.
Solo se desea silencio; silencio.
 Que solo se oiga el sonido acariciando los sentidos.
 Las palabras se transforman en deseos de la mente.
De acariciar las frías aguas y rociar tu cuerpo
 Hasta sentir el placer de su espuma limpiadora y envolvente.
Silencio; silencio; Que no acabe la magia para seguir soñando.
                                             17-04-2013 Joaquina Campón.

martes, 26 de julio de 2016

Hola



Hola
Bueno, un día más esperando que esos, que se llaman “políticos” consigan ponerse de acuerdo para la tranquilidad de todo, todo este pueblo que espera que se comporten como personas preocupadas por los que les votamos.
Siguen mareando la perdiz y echándose la culpa los uno, a los otros, pero esperan que alguno de un paso en falso, para echarse en cara si las cosas salen mal.
       ¡Qué les importa a ellos el pueblo!
Su sueldo lo tienen en el bolsillo, mientras que los más necesitados, ¿Qué?
¡Qué hay otras elecciones! Bueno, ellos no les faltan de comer. Pero, ¿Se han preguntado si los parados comen? ¡Oh! ¿Qué comen? Da igual, lo importante es, que ellos pregonen en las campañas, ¡TODO LO QUE NOS QUIEREN!
¡Cuántas mentiras nos cuentas! Pero como sigan por esos caminos de engaños, el pueblo nos cansaremos y se verán solos. Y luego dirán que el pueblo es un irresponsable. No se les ocurre pensar como miden la responsabilidad suya.
Claro, irá a votar, todos los que estén pagados para ello, los demás…
Como no cobrasen un euro hasta que no haya gobierno, otro gallo cantaría.
Voto por ello, y que devuelvan todo lo que han cobrado y que ese dinero se emplee en, sanidad, educación, y en ayudar las empresas con problemas. Todo para que no haya más parados.
                             25-7-2016  Joaqui. 

lunes, 25 de julio de 2016

El café



El café 
Noches de teatros. A treinta de Mayo de mil novecientos sesenta y tres.
La familia salíamos a flote. Papá, -por desgracia nos dejo sin su presencia, unos mese antes. Mamá era fuerte, pero esta circunstancia la hizo  aún más. Cogidas de su mano fuimos siempre a su lado, y consiguió sacar a sus hijas a delante.   
A mamá y a mí, nos dieron unos días de prueba en un teatro de la capital. Allí estuvimos varios meses realizando las tareas de ayudante de almacén.
Entre otras cosas, entraba cuidar de los muebles  y todo lo necesario que se utilizaban en las funciones de teatro.
En aquella época, los contratos no se firmaban hasta no pasar un periodo de prueba. Allí nos vimos mamá y yo, cuidando y vigilando todo lo que en las funciones se utilizaba. Mesas, sillas, loza, ropas.
Todo lo cedían los almacenes de la ciudad y cuando terminaban, se les volvían a entregar.
Con esto mamá ganaba un dinero extra. Nos pagaban cien pesetas diarias.
Esa noche la función empezó antes de la hora acostumbrada, hacía mal tiempo y espectadores había pocos.
Analia esa noche estaba triste, le afectaba que el teatro no estuviese lleno.
En el descanso de la función, me mandó que le trajera en café, -en esos tiempos no había microondas, y salí a buscarlo al bar más próximo.   Me lo dieron en una jarra de acero. Cuando llegué se lo entregué, y cogiendo la jarra la tocó.
Su enfado fue explosivo y tiró la jarra contra la pared y lloró amargamente.
Me miró diciendo.
Perdona, tú no tienes la culpa. El café está frío, no soporto que no esté cociendo.
La noche está como yo, negra.
             25-7-2016    Joaqui.

jueves, 21 de julio de 2016

A la sombra del naranjo

A la sombra del naranjo
Ese que tantos momentos nos acogió en sus sombras.
Allí estaba Antonia sentada en el banco de piedra, pensativa y triste.
La mañana está fría, y su corazón late mirando el ayer. Ese ayer que no volverá y con ello solo nos quedan recuerdos, muchos buenos, otros regular.
De un soplo nos quisiéramos trasladar a esos momentos familiares donde todo era reír, y soñar, soñar con ese futuro  que tanto labramos y cuando llega, lo queremos cambiar. Por la juventud, la salud, la belleza ya extinguida por los años, estas arrugas que por mucho que las flotes, siguen intactas.
Antonia se queja de que sus movimientos lentos, y recuerda. Y dice -cuando yo era pequeña los chichos del barrio, nunca me alcanzaron en las carreras y ¡ahora! casi no puedo caminar.
Cuando aprenderemos a disfrutar del presente y tendremos el futuro ganado.
Antonia, vamos para casa, Juan tarda y nos esta esperando Maria para desayunar. Está empezando a llover.
21-7-2016   Joaqui.