domingo, 20 de septiembre de 2020

El aburrimiento XXXII

El aburrimiento XXXII A sola en el desván siempre buscaba las cartas para encontrar la solución a los problemas surgidos desde el robo de las monedas. El de las monedas lo tenía solucionado entregando estas al Monasterio de Guadalupe, pero en las cartas había muchos asuntos que tratar: El busto del tío Arturo, las cartas del espejo, y terminar de leer las procedencias de mis hermanas, esto me llevaría mucho tiempo y solo conseguí conocer la de mi hermana Gabina; la mayor. Las otras cartas estaban ilegibles y no sería posible encontrar las familias. La carta número seis era la que correspondía a mi edad, las hojas estaban deterioradas pero conseguí encontrar a familiares de mi supuesta madre. Pude conectar con Dolores prima de mi madre, ella me puso en contacto con un primo suyo que a su vez trabajaron con Lola “mi supuesta madre” en Madrid. Según Sebastián, “su primo” eran compañero de trabajo y su esposa; salía de paseo, con Lola e iban al cine, en fin, su amistad fue duradera. Decidí ir a Madrid para ver a Sebastián. Puse rombo a Madrid, hospedándome en el Hotel El Mirador Puerta del Sol, desde el balcón se veía el reloj de la plaza. Por la noche anduve recorriendo esa zona tan maravillosa de Madrid, sus gentes animan con los grupos de cantos que se forman alrededor de ella, allí las movidas son cuantiosas. Por la mañana llamé a Sebastián, no cogió el teléfono, anduve callejeando parte de la mañana y a medio día volví a llamar, esta vez lo cogió su hijo Juan, A Juan le comente el motivo y la necesidad de hablar con su padre y Juan me dice que su padre acaba de morir y que él no sabe nada de los amigos de aquellos tiempos. Sentí tanta decepción que no sabía si correr, o llorar. Al final después de mucho meditar volví al hotel a saldar mi cuenta para volver a casa. Buenas tardes amigos.

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