sábado, 31 de marzo de 2018

Vacaciones



Cuanta ilusión se pone en el viaje sobre todo en recorrer zonas del mundo donde no has ido nunca.
Nos hacemos unos castillos que al llegar se van desvaneciendo.
Llegando al hotel empiezan las jaulas. Mucho personal entrando en el hotel, cuando coges la llave de tu próxima vivienda recorres la gran mole de cemento.
Doce plantas. Demasiado grande para lo poco que vas a ocupar. Recorres pasillos, ascensor y llegando a la habitación compruebas que el espacio que te han destinado es tan pequeño que casi te ahogas. ¡Dirán! ¡Para lo que pagamos los jubilados tenemos bastante! Y, no se dan cuenta que mantenemos un puñado de puestos de trabajo.
Los pasillos son solitarios las puertas siempre están cerradas, los hoteles son como cárceles sin comunicación entre los huéspedes. Solo nos vemos en los comedores y sala de estar. Allí es donde vas viendo la categoría del personal. Los hay de todas clases. Educados, ansiosos por coger comida que luego dejan en los platos.
Terminado las horas de comer, el personal desaparece como por arte de magia.
Por las calles, llenas o vacías todo lo ves como muñecos andantes sin cerebro, caminan sin rumbo fijo. No se conoce a nadie y sus rostros son extraños. Lo mismo pasa con los edificios que se encuentran el esa ciudad nueva.
Siempre se aprende algo de las zonas nuevas que a duras penas vas reteniendo en la mente. Pronto se olvida, solo quedan los recuerdos de las cosas relevantes. Esta vez ha sido la Ciudad de Valencia. Ha merecido la pena ver sus edificios de la antigüedad, las Fallas, La Capilla Sixtina. Y el gran ambiente que tiene la ciudad en esas fechas.
Sin dejar atrás la playa de Gandía, grade y muy bien cuidada.
Nos empeñamos en viajar y con el correr de los años se va perdiendo la ilusión de buscar cosas nuevas. Cada día estoy más convencida que la ilusión de viajar se va apagando y por mucho que la sociedad se empeñe que hay que buscar horizontes nuevos, llega el momento de decir, ¡hasta aquí hemos llegado!
¡Viva nuestro hogar mientras dure la vida!
                      
                                              31-3-2018 Joaqui.     

martes, 27 de marzo de 2018

Aquella vez




Por qué tuvo que llegar. Te esperé toda la noche tú en el bar con el grupo de amigos. El niño enfermo llovía torrencialmente. El médico no hizo su aparición, las horas fueron eternas. Se  iba  y lo único que podía hacer era abrazarlo.
Al llegar la mañana él se había marchado, su viaje sería largo y mi pena la arrastraría.
Por la mañana sonaron unos golpes en la puerta, al abrir te encontré tirado en el suelo, borracho, ¡cómo de costumbre! volví a cerrar, allí no te quería, deseé tanto tu presencia en la horas criticas, Paolo te llamaba constantemente y su papá no apareció.
Ahora, no necesito a nadie, mí dolor no tiene cura.
Vete, vete lejos, cuanto más mejor, y no llores, hay que estar en el sitio adecuado con los tuyos y dejar a los amigos, esos que solo quieren tú dinero, sí, tú dinero y mañana se reirán ¡cómo siempre!
El pueblo me viene pequeño y poner tierra por medio es lo mejor.
En cualquier rincón del mundo encontraré consuelo abrazada a mis recuerdos.

                                     20-3-2018   Joaqui. 

La verdad





Un día más sentada en la masa camilla. Al cuaderno le doy vueltas y el lápiz no encaja en mis dedos.
Hago el esfuerzo de sujetarlo, y por fin escribo cuatro palabras, todas sueltas y sin orden. Por la cabeza runrunean tantas frases sueltas. Del pasado, del presente, y no sé cuál será la  correcta para seguir. Pero, lo que queda claro, es qué. Todo el mundo habla que hay que hablar de las cosas vividas, pero, las verdaderas. Ahí, es donde entra el dilema, si dices la verdad, malo, paro sino la dices, también, a ver como se guisa esto.
La verdad, duele. ¡Al mundo!, qué le importa tu vida, pero se ve que el mundo está pendiente de tus paso, ¡y, no para aplaudir!, al contrario, ellos solo quieren información para sacar los errores de tus antepasado y con ellos llegar a la conclusión, ¿de qué se presume?, si en los años de la niñez, eras pobre.
Y pregunto ¿Cuántos eran  ricos en los años 1940? Bueno las preguntas está tirada, cada uno conteste la suya.  
                                                             31-1-2017- Joaqui.

martes, 20 de marzo de 2018

Recuerdos del pasado



Llegué Hasta la zona de los troncos. Al llegar, sentí tanta tristeza. Yo buscaba el molino, ese molino que estaba derrumbado por las bombas del pasado, pero que se quedaron sus hermosas canterías unas, abrazadas entre sí, otras, de pie desafiando el horror de la guerra.
Entre ruinas se quedó un mosaico de canterías puestas caprichosamente pero, cada trozo de piedra te  contaba una vida de las que tanto sufrieron en esos años, años del horror.

                                                                       20-3-2018 Joaqui.

El adios



Aquella tarde dije adiós al amor de mi niñez. El tren puso alas en sus ruedas la velocidad arrancó parte de mí alma. Quedé rota, roto por perder lo que con tanto sacrificio fui cuajando. Tú cuerpo y el mío se separaban y no aceptaba la situación.
Caminé perdida entre la arboleda de la estación vieja. Sentía la desesperación del adiós definitivo. Allí perdí la primavera que lucía mi cuerpo. Caminé, caminé al encuentro perdida en las sombras de la noche.
No sé qué buscaba, por mucho que mi cuerpo se mantenía en pie, ¡mi pensamiento estaba tan lejos!, tan lejos que ni las sombra se proyectaba en el suelo.
Subiendo por el callejón qué desemboca en la ermita del Humilladero,  allí, caí en la escalera rota esa que tantas veces nos cogió en sus regazos. Las que sintieron nuestros abrazos nuestros primeros besos nuestras primeras caricias, caricias inocente esas que nos hacían reír.
Todas esas risas hoy se han convertido en grades nubarrones que pulularan sobre nosotros.  
     
                                                         19-3-2018  Joaqui.